ANALISIS
4 de noviembre de 2021
El nuevo sueño radical
A 20 años del "que se vayan todos", la UCR siente que al fin está rehabilitada porque vivió un proceso que los otros partidos no: cierta renovación dirigencial
Si se trata de detectar novedades en el escenario político es interesante detenerse en el acto de la semana pasada en Ferro donde Facundo Manes avisó que el radicalismo, su partido, peleará el liderazgo dentro de Juntos por el Cambio. La movida de la UCR para recuperar protagonismo en la política nacional se asienta sobre una hipótesis que la nueva dirigencia del histórico partido espera que se confirme en las elecciones generales del domingo 14 de noviembre: el agotamiento del ciclo de representación parido luego de la crisis de 2001.
Fue justamente esa crisis la que se llevó puesta a la UCR, que quedó reducida a su mínima expresión tras el desastre de la presidencia de Fernando de la Rúa y el surgimiento del kirchnerismo y el macrismo como los dos ejes de poder que vertebraron un nuevo bipartidismo.
La UCR fue, finalmente, el único partido que pagó el “que se vayan todos”. El peronismo se recicló de la mano de Néstor Kirchner –que entendió que tenía que llevar el movimiento hacia la centroizquierda– y la centroderecha encontró en Mauricio Macri una referencia con voluntad de llegar a través de las urnas al poder que en otros tiempos tomaba por la fuerza de los golpes militares.
Veinte años después de 2001, tras la apuesta a la grieta como modelo de acumulación, el desastre de la presidencia de Macri y la crisis del Frankenstein que inventó Cristina Kirchner con Alberto Fernández como presidente del ahora hiperfragmentado Frente de Todos, es este esquema de representación el que choca contra una pared: peronismo (o kirchnerismo) y macrismo alternan derrotas y triunfos electorales porque, más allá de sus núcleos más o menos duros, los votantes con rasgos de independencia –desencantados con políticas que no solucionan sus problemas fundamentales– castigan en lugar de elegir.
Este escenario le da al radicalismo, sin responsabilidades de gobierno fundamentales en las dos últimas décadas más allá de haber sido socios minoritarios de la administración macrista, una oportunidad impensada no mucho tiempo atrás. Y que, más allá de las debilidades y fracasos ajenos, se asienta sobre un mensaje que encarnan figuras como Facundo Manes y Martín Lousteau: una renovación dirigencial que otros sectores no han tenido.
Santa Fe sin tercios
La UCR de 2015 fue a la cola del PRO y aceptó casi sin chistar el armado de ceos porteños que le dio forma al desastroso gobierno de Mauricio Macri. Hoy, más allá de que arrebatarle la candidatura presidencial a Horacio Rodríguez Larreta parece una misión compleja, el radicalismo se hizo fuerte en las Paso en distritos clave, su representación parlamentaria apunta a crecer tras las elecciones generales y también se posiciona para encabezar la hoy coalición opositora para los comicios de 2023 en varias provincias, una de ellas Santa Fe.
Es que salvo que resucite a Miguel del Sel, el PRO se quedó sin candidato en la provincia tras la caída en las Paso de Federico Angelini, mientras que la candidatura de Carolina Losada surgió del laboratorio del radical Julián Galdeano, convertido ahora en un operador de mucho peso dentro de Juntos por el Cambio. Si se consolidan en noviembre los resultados que ya marcan las encuestas a favor de la periodista que desde hace 20 años vive en Buenos Aires, la coalición opositora estará ante una oportunidad histórica de ganar dos años después la Gobernación de Santa Fe.
Difícilmente sea la postulante que confundió la localidad de Gobernador Crespo con el barrio porteño de Villa Crespo quien encarne ese sueño que al Midachi se le escapó por poco en 2015, en plena ola macrista. En todo caso será su compañero en el binomio de postulantes al Senado, el intendente de Avellaneda Dionisio Scarpín –el que convocó a sus vecinos a marchar en defensa de la empresa Vicentín, cuyos directivos ahora están libres por haber pagado una fianza de 10 millones de dólares– quien se lance a esa carrera, para la cual también está en la grilla otro correligionario: el ex ministro de Seguridad de Miguel Lifschitz, Maximiliano Pullaro.
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