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POLITICA

27 de septiembre de 2021

El Frente de Todos inyecta fondos y gobernabilidad en busca de los votos perdidos en las Paso

Después de la derrota en las primarias y las tensiones internas, el oficialismo se reacomodó y lanzó medidas para recuperar terreno electoral

Después de la dura derrota en las Paso y una semana en que la escalada entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner pareció acercar al Frente de Todos al borde la ruptura, el gobierno nacional reacomodó sus piezas y lanzó una serie de medidas sanitarias y económicas, en un movimiento que apunta tanto a recuperar terreno en las siete semanas que quedan para las generales como al frente interno del propio oficialismo.

Con el recambio del gabinete, en el que tanto el presidente como la vice ganaron y perdieron algo, se apuesta por una mayor representatividad (tanto geográfica como de los componentes de la coalición), a inyectar experiencia en gestión y tener un ida y vuelta más fluido con el territorio. Para el Frente de Todos, uno de los datos inquietantes de la noche del 12 de septiembre no fue tanto perder la elección —algo medianamente esperable, teniendo en cuenta la situación socioeconómica y el liderazgo deshilachado de Fernández después de tantas marchas y contramarchas y el cumpleaños VIP en Olivos— sino su carácter inesperado.

Para el politólogo Javier Cachés, el nuevo gabinete expresa un nuevo equilibrio en la coalición de gobierno, y con la designación de Manzur como jefe de Gabinete los gobernadores del interior, que hasta ahora estaban marginados, surgen como un nuevo polo de poder en el Frente de Todos.

El docente de la UBA cree que leer los cambios de ministros como una victoria del cristinismo es erróneo. “Cristina impuso el criterio —su diagnóstico era que el gabinete necesitaba mayor volumen político— pero no los nombres propios: Manzur, Aníbal Fernández o Julián Domínguez no responden directamente al liderazgo de CFK. Alberto expulsó y desplazó a gente de su máxima confianza, pero logró mantener el control de la política económica a través de Guzmán y Kulfas. Todas las partes parecen haber cedido algo”, analiza.

El politólogo Federico Zapata sostiene que el nuevo gabinete está pensado para resolver una agenda de gobernabilidad, en tres dimensiones delicadas: poder territorial, ruralidad y seguridad. “Por primera vez, desde 2019, el gabinete incorpora en esas tres dimensiones, funcionarios con autonomía política, pragmatismo, y nutridas relaciones con el ecosistema privado y los poderes subnacionales. Manzur con los gobernadores, Domínguez con la ruralidad organizada y Aníbal Fernández con las fuerzas de seguridad. Es un gabinete que no está pensando en términos electorales, sino para intentar encauzar la maquinaria gubernamental de la coalición de cara al 2023”, interpreta el director de la consultora Escenarios.

Aníbal Fernández, Daniel Filmus y Julián Domínguez, tres políticos experimentados que vuelven al gabinete

Por su lado, la politóloga Mariana Berdondini remarca el contraste del perfil entre los funcionarios salientes y los entrantes —por ejemplo, en Seguridad— y la ausencia de mujeres en el recambio, un hecho cuestionado por el movimiento feminista.

La docente de la UNR considera que el objetivo de corto plazo del nuevo elenco es oxigenar la gestión y, sobre todo, incrementar las posibilidades electorales del oficialismo en noviembre. “A partir de ahora la reactivación económica va a ser el gran eje de la agenda, un punto sobre el que se manifiestan diferencias internas en la coalición de gobierno: aparece el debate sobre si es con más dinero en la calle, más Estado y más déficit, en contraposición a acordar con el FMI, pagar la deuda y resolver el frente macroeconómico”, observa Berdondini.

Anabólicos a la economía

Después del cimbronazo, el gobierno pisó el acelerador con la flexibilización de las medidas sanitarias y dispuso una batería de iniciativas en el frente económico, como el aumento del salario mínimo, suba del piso exento del impuesto a las Ganancias y la extensión de la moratoria. A esas se suman otras que están en carpeta: el pago de un IFE 4 y un bono para jubilados, pensionados y beneficiarios de la AUH.

“El punto es si las medidas económicas logran amortiguar la derrota en las internas y le permiten al gobierno llegar a noviembre de una manera renovada, y con posibilidades de disputar escaños centrales a la hora de sancionar leyes y manifestar relaciones de poder en el Legislativo”, observa Berdondini. Y agrega: “En este sentido, no es menor que se pueda revertir uno o dos distritos, lo que está en juego en este momento es la pérdida del control del Congreso”.

   

Martín Guzmán y Cristina Kirchner encarnan visiones económicas diferentes que anidan en el Frente de Todos

Cachés afirma que las medidas sirven, de mínima, para aplacar el malhumor social, detener potenciales fugas de votantes y cambiar el tono de la agenda pública. “La campaña del gobierno hacia las elecciones generales apuntará a convocar y movilizar a ciudadanos que no fueron a votar en las Paso. En ese segmento, el Frente de Todos tiene margen para recuperar algunos puntos”, evalúa.

“Las medidas de expansión del gasto generan un trade off (compensación) entre el ingreso adicional percibido, la percepción de la conveniencia y responsabilidad de la medida (aún para los beneficiarios) y el impacto en la macroeconomía”, afirma Zapata. Y añade: “La coalición deberá ecualizar de una manera muy profesional esta sábana corta de tres velocidades”.

De lo contrario, advierte el consultor, el gobierno podría inyectar pesos en la economía sin beneficio electoral, pero con un alto costo en la evaluación de la gestión y en la macroeconomía.   

Equilibrio inestable

Pero más allá de la marcha de la economía, sobrevuelan interrogantes políticos. ¿Cuánto puede durar la tregua que sellaron la semana pasada el presidente y la vice?

Cachés destaca que el oficialismo evitó el quiebre de la coalición después del pase de facturas a cielo abierto y no cree que haya margen para grandes cambios después de las generales. “El gobierno ya procesó el gran cimbronazo de la derrota electoral, que se expresa en un nuevo equilibrio de poder en el FdT y en una composición drásticamente distinta del gabinete”, plantea.

   

Por el contrario, Zapata observa que la crisis está abierta, porque una parte de la raíz del conflicto sigue latente. “La coalición se puso de acuerdo en la agenda gubernamental pero aún no en la agenda económica. Es como si esa discusión se hubiese procrastinado para el día después de las elecciones de noviembre: ¿avanzará el gobierno en un plan de estabilización con reformas estructurales? ¿Seguirá apostando al incrementalismo? ¿se radicalizará? Todas estas preguntas siguen abiertas, y probablemente comiencen a responderse una vez superada la elección de noviembre”, proyecta.

Berdondini sostiene que las diferencias internas son lógicas en las coaliciones de gobierno. “Se aman y se odian, se necesitan pero no dejan de confrontar el rumbo a tomar”, explica. Y sugiere: “Hay que ver cómo lidian con las diferencias, pero la comunicación con la ciudadanía es central: hay que poder subsanar el diálogo de cara a la gente”.

Fuente:La Capital

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