OPINIÓN
27 de junio de 2021
Francisco, el Papa "peronista"

Falsas conclusiones, con intencionalidad política, sobre el discurso de Bergoglio

Si algo le faltaba a la Argentina son las innumerables operaciones políticas, falsas conclusiones e insólitas deducciones que se tejen desde la llegada de Jorge Bergoglio al Vaticano.
El primer dato, más que interesante, es la oposición que encontró el discurso social y político de Francisco entre muchos fieles, seguidores incondicionales de la religión católica, que consideran al Papa alejado de los fundamentos de la Iglesia. Un fenómeno que demuestra que lo divino y lo terrenal han sido en todos los tiempos de la humanidad una conjunción inseparable y, también, una forma de hacer política desde el poder.
En la Argentina ocurre algo similar con quienes han sostenido por generaciones el vínculo con la Iglesia, pero ahora no les gusta lo que escuchan de este Papa sudamericano y “peronista”, como muchos lo nombran para descalificarlo. En realidad, es conocido por todos que el Papa es infalible en materia de dogma y moral, según lo estableció el Concilio Vaticano I, de 1870, bajo el papado de Pio IX. Pero también sus expresiones sobre otros y distintos aspectos de la vida marcan la voz de la Iglesia.
Casi 125 años después de ese concilio, en 1993, Juan Pablo II explicó los alcances de esa potestad papal: “La infalibilidad –dijo– atribuida al Pontífice es personal, en el sentido que le corresponde personalmente por ser sucesor de Pedro en la Iglesia de Roma. En otras palabras, esto significa que el Papa no es el simple portador de una infalibilidad perteneciente, en realidad, a la sede romana. No la posee como si pudiera disponer de ella o contar con ella en cualquier circunstancia, sino solo cuando habla ex cathedra, y sólo en un campo doctrinal limitado a las verdades de fe y moral. Se trata, pues, también de verdades para la vida y de su aplicación al comportamiento humano. En el área de las verdades que el magisterio puede proponer de modo definitivo entran aquellos principios de razón que, aunque no estén contenidos en las verdades de fe, se hallan íntimamente vinculados con ellas. En la realidad efectiva, de ayer y de hoy, el magisterio de la Iglesia y, de manera especial, el del Pontífice es el que salva estos principios y los rescata continuamente de las deformaciones y tergiversaciones que sufren bajo la presión de intereses y vicios consolidados en modelos y corrientes culturales”, afirmó el Papa polaco Karol Wojtyla.
No quedan dudas, de acuerdo al mensaje de Juan Pablo II, de que la palabra del Papa es la de la Iglesia de Roma cuando publica una encíclica, una carta apostólica u ofrece un mensaje como el que pronunció esta semana ante representantes de todo el mundo reunidos virtualmente en la Conferencia Internacional del Trabajo. Una de las frases que más revuelo causó en ese encuentro fue la referida a la propiedad privada porque, en realidad, se la sacó de contexto y se ofreció una interpretación parcial cuando Francisco dijo que “al hablar de propiedad privada olvidamos que es un derecho secundario, que depende de este derecho primario que es el destino universal de los bienes”. Ese concepto venía precedido de una cita, que ningún medio publicó, de la encíclica “Fratelli Tutti (hermanos todos), que comenzaba así: “En sus designios cada hombre está llamado a promover su propio progreso, y esto incluye fomentar las capacidades económicas y tecnológicas para hacer crecer los bienes y aumentar la riqueza. Pero en todo caso estas capacidades de los empresarios, que son un don de Dios, tendrían que orientarse claramente al desarrollo de las demás personas y a la superación de la miseria, especialmente a través de la creación de fuentes de trabajo diversificadas. Siempre, junto al derecho de propiedad privada, está el más importante y anterior principio de la subordinación de toda propiedad privada al destino universal de los bienes de la tierra y, por tanto, el derecho de todos a su uso”.
Los que se oponen al Papa porque lo consideran “peronista” por estas ideas (aunque el peronismo jamás las propuso) armaron su propia película de ficción: juntaron esas declaraciones con el anuncio en la ciudad bonaerense de Avellaneda sobre la confección de un registro de terrenos baldíos, con edificación derruida o paralizada tras ocho años de inactividad, que podrían ser declarados de utilidad pública y sujetos a expropiación.
Suponer que el discurso del Papa y la reglamentación sobre los terrenos baldíos tienen un significado común y orientado a terminar con la propiedad privada es de tal ingenuidad que las sospechas de intencionalidad política son más que evidentes.
No parece verosímil que el Papa postule que el Vaticano se desprenda de las miles de propiedades y participación en empresas con que cuenta en todo el mundo. O deje de ser el propietario de su invalorable Pinacoteca y las maravillosas estancias de Rafael y los Museos Vaticanos. Un absurdo que solo transita por la política criolla.
Francisco, en ese mismo encuentro de la Organización Internacional del Trabajo que asustó a muchos al referirse a la propiedad privada, también destacó el rol del sindicalismo, pero recordó que nada sirve en un marco de corrupción, en un mensaje más que obvio para el sindicalismo argentino peronista que siempre está sospechado, en muchos casos, de manejos espurios. El Papa bajó línea en ese aspecto: “Los sindicatos son una expresión del perfil profético de la sociedad. Nacen y renacen cada vez que, como los profetas bíblicos, dan voz a los que no la tienen, denuncian a los que «venderían al pobre por un par de chancletas›› como dice el profeta, y desnudan a los poderosos que pisotean los derechos de los trabajadores más vulnerables. Pero cuando un sindicato se corrompe, ya esto no lo puede hacer, y se transforma en un status de pseudopatrones, también distanciados del pueblo”, dijo Bergoglio.
Las lecturas políticas que se pueden hacer de las hasta ahora tres encíclicas del Papa, Lumen Fidei (2013), Laudato si (2015) y Fratelli Tutti (2020), como de las cartas apostólicas y de los discursos (se pueden leer completos en la página oficial del Vaticano, www.vatican.va) demuestran un compromiso con lo social mucho más profundo que sus antecesores y un progreso en las tradicionales posiciones conservadores de la Iglesia.
Pero en la Argentina se le otorga un sesgo inadecuado, como tantas otras cosas, en la difícil de explicar política doméstica.
Fuente: La Capital

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