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MACRI

23 de marzo de 2021

El libro de Macri, una excusa para seguir a pleno haciendo política

El expresidente logró centralizar las miradas en el lanzamiento. Justificaciones, críticas y autocríticas en el texto de "Primer Tiempo"

Todo libro escrito por un político en funciones está destinado exclusivamente a hacer política. A convertirse en un hecho político. Ningún dirigente con pretensiones hace un libro de desgarraduras, tal como si fuera Emile Cioran. Mauricio Macri no es la excepción.

  En términos generales, “Primer Tiempo” (Editorial Planeta) es, más que un libro, un compendio de declaraciones generalistas, que no exceden los discursos periodísticos que Macri ha ensayado en los medios. Sí, debe decirse, que es correcta la edición, a cargo de Pablo Avelluto, conocedor del oficio por sus largos años de trabajo editorial.

  Hay sí, algunos párrafos, algunas guirnaldas que despiertan atención. Macri admite que de los 200 fines de semanas como presidente, sólo uno durmió en Olivos. Como si fuera un gerente de empresa, no un presidente. Del trabajo a casa y de casa al trabajo. Con lo lindo que es Olivos...

 Dice Macri: “El poder es un bicho al cual aprendí a tenerle respeto”. Y defiende por enésima vez la supuesta “cualidad de armador de equipos”, siempre y cuando no le hagan sombra. Como Maradona, Bianchi y Riquelme en Boca. Con los tres, terminó pésimo.

  Confiesa Macri que cuando ingresó al Congreso para entregar el mando el ambiente “estaba cargado con una energía diferente. No era un clima de ilusión. El ambiente era de revancha”. Como un monje zen, el ex presidente de Boca asegura que estaba despojado de emociones. Ni resentimiento ni odio, algo atípico en un calabrés.

  Pero al dar vuelta la página de Primer Tiempo, el hijo de Franco se olvida de ese falso estado celestial y la emprende contra Cristina Kirchner: “La ex presidenta no está bien. No sé si alguna vez lo estuvo. Tiene una verdad (sic) de sufrimiento muy dura, una serie de cosas no resueltas desde muy atrás que sólo ella debe saberlas”.

  Ahí, el ex jefe de Gobierno porteño reivindica el psicoanálisis. Llevaba a las sesiones el bullyng que le hacían sus compañeros del Cardenal Newman. Qué curiosa victimización: “Desde muy chico estoy acostumbrado a enfrentar los prejuicios por ser hijo de un italiano inmigrante, por provenir de una familia rica, por ser el hijo de un empresario poderoso”.

  Cuenta una anécdota que su ex vocero Iván Pavlovksy se la narró a La Capital en marzo de 2016, en una de las oficinas de la Residencia de Olivos. Según Macri, el día de la asunción la ascensorista se largó a llorar cuando él le preguntó cómo estaba, y le dijo que hacía calor. “Después supe que Cristina Kirchner no le dirigía la palabra y que tenían prohibido hablarle a ella”. Si eso es verdad, las conductas faraónicas de la ex presidenta merecen más de un libro.

  “Ahí confirmé la enorme demanda de calidez y conexión que tenían los argentinos con respecto de la política”, una cuestión que él no pudo cambiar. Macri no es un hombre empático. Es un hombre frío.

El libro luego se embarca en algo que es crucial. Macri escribe que fue designado presidente para dejar atrás el estilo político y la prepotencia del kirchnerismo “y no muchos veían la necesidad de hacer un cambio drástico de régimen económico”.

No era necesario esto último. Macri quiso desarmar una supuesta bomba y terminó haciéndola explotar en las condiciones de vida de los argentinos.

  Macri sigue pensando que hubiera sido una buena decisión no pagar aguinaldos en la provincia de Buenos Aires (“se lo propuse a Vidal”, dice), para que los bonaerenses supieran que el gobierno de Daniel Scioli fue un auténtico desastre. Que lo fue. No hubo peor gobierno que el de Scioli en la historia contemporánea.

  El ex presidente ataca con todo a Horacio Rosatti, casi visto como un “pavo real”, y se arrepiente profundamente de haber propuesto su nombre para la Corte Suprema. Caso extraño el del peronista santafesino Rosatti: nadie lo quiere reconocer como propio.

En el ring

Otra de las partes jugosísimas del libro es la crítica feroz de Macri a Daniel Vila, el dueño de América. “A veces los que acusan de lobby a los demás son peores que los supuestos lobbistas. Un ejemplo de este tipo de conductas es Daniel Vila. Vila es el clásico exponente que considera que la ley debe aplicarse a todos los demás, menos a sí mismo”. Tremendo.

  Y después va contra el director de Editorial Perfil, Jorge Fontevecchia. “Su ego suele estar muy por encima de sus capacidades”, es el uppercut de Macri.

  Más adelante, en la lectura de sus páginas, el libro entra en una especie de sopor, con la clásica defensa de sus acciones y una leve autocrítica sobre lo que no hizo. Se muestra como un señorito inglés al decir que jamás quiso poner presa a Cristina ni perseguir a sus funcionarios. “Como los hijos de Cristina fueron procesados por varios delitos, y eso le generó sufrimiento, ella ahora quiere que pase yo por lo mismo, con la diferencia de que mis hijos son absolutamente inocentes”, chicanea.

  Sorprende Macri, cuando en la página 197 de “Primer Tiempo” lo despelucha a Carlos Melconián, a quien califica de “anárquico y poco orgánico”. Casi sobre el epílogo, el ex presidente asegura que dejó una “economía lista para crecer”, mejor que la que le dejaron a él,

  Cuenta que al final del primer debate Alberto Fernández lo insultó con toda la furia, y que ahí comprendió que se trataba de un hombre sin temple para gobernar. Ya sobre las últimas páginas, se reprocha “haber perdido la escucha de un porcentaje importante de la población, sobre todo en el último año y medio de mandato”.

  Al fin, debe decirse, el libro de Macri es un mojón de campaña que le vino bien a él y a su espacio para posicionarse en los medios. Para convencer a los convencidos. Nadie va a cambiar de opinión tras leer las 302 páginas.

  Libro en mano, el ex mandatario nacional podrá recorrer las provincias y ganar terreno en la interna de Juntos por el Cambio, donde ya no está tan claro que ofrezca un paso al costado para que Horacio Rodríguez Larreta ocupe la cabecera de la mesa.

  Es más, por estas horas se abre la brecha en la interna del macrismo, algo que quedó reflejado en el acto de presentación del libro, al que no asistieron ni Rogelio Frigerio ni otras referencias de la denominada “ala política”.

  Frigerio está trabajando territorialmente para presentarse en la provincia de Entre Ríos y Monzó se anuncia como presunto postulante a gobernador bonaerense para, finalmente, rosquear un cargo como diputado. A partir de “Primer Tiempo”, también comenzó a jugarse el partido adentro de Juntos por el Cambio.

Fuente:La Capital

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