PANDEMIA
5 de noviembre de 2020
Pandemia mental: crecen la ansiedad, la depresión, el estrés y el insomnio
Se han acentuado las consecuencias psicológicas de la pandemia en Argentina, según una investigación liderada por especialistas cordobeses. Las mujeres y los jóvenes, los más afectados.
Lejos de aplanarse, la curva de efectos en salud mental por la pandemia está en una brusca escalada: la depresión entre moderada y severa ya afecta al 24% de los argentinos; la ansiedad moderada y severa, a otro 15%; el estrés significativo, al 23%, y las dificultades para dormir, a más del 50%, según un estudio sobre el impacto psicológico de la pandemia liderado por el investigador Héctor Badellino, desde la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (Uces), en San Francisco.
Estos resultados corresponden a la segunda ola de un cuestionario online que hicieron los investigadores cordobeses. La primera medición se hizo a fines de marzo y a inicios de abril –a pocos días de ponerse en marcha el aislamiento social, preventivo y obligatorio (Aspo)–; y la segunda ofrece datos recogidos entre el 23 de mayo y el 12 de junio.
Entre una y otra medición, la depresión moderada y severa se duplicó: pasó de 24,3% a 47,7%. También creció la ansiedad moderada o severa: de 17% a 38,5%. Y las dificultades para conciliar el sueño, que ahora afecta a más del 60% de los encuestados, así como los despertares nocturnos o muy temprano, del alto 54,3% al elevadísimo 70%.
El impacto no es equitativo, ni por género, ni por edad: afecta más a las mujeres y a los jóvenes, en el grupo de 18 a 27 años. “El compromiso fue mayor en mujeres y sobre todo en personas jóvenes (el grupo de 18 a 27 años fue el más afectado), con una baja prevalencia en adultos mayores. Quienes vivían acompañados, fumaban y tenían una pobre calidad del sueño tenían un alto riesgo de padecer algunos de los trastornos psicológicos estudiados”, detalla el paper publicado en el International Journal of Social Psychiatry.
Por caso, “la prevalencia de estrés elevado fue estadísticamente más alta en mujeres (26,15%), comparada con hombres (13,78%)”, consigna el reporte.
Y en casos de ansiedad y de depresión, el grupo más expuesto son los jóvenes de 18 a 27 años.
“Hubo una significativa prevalencia de depresión moderada (29,66%) o severa (11,57%) en los jóvenes de 18 a 27 años, comparada con la depresión en el grupo de 28 a 39 años (17,05% y 3,19%, respectivamente) y en adultos de 40 a 65 años (10,16% y 2,47%, respectivamente), o bien en adultos mayores de 65 años (4,16% y 0%, respectivamente”, dice el estudio.
También con la ansiedad: “Se evidenció una prevalencia significativamente mayor de ansiedad moderada (103; 14,86%) o severa (38; 5,48%) en el grupo de 18 a 27 años”, señalan.
“Nuestro estudio muestra un mayor impacto psicológico del aislamiento social, preventivo y obligatorio en mujeres, tanto en ansiedad, depresión y estrés, cerca del doble del encontrado en los hombres. En relación con ello, cabe aclarar que la mayoría de las mujeres comenzaron a hacer teletrabajo (online) desde su casa, además del cuidado de sus hijos y de acompañarlos en las tareas educativas online, lo que incrementaría el nivel de estrés al cambiar radicalmente sus hábitos diarios y previos al aislamiento. Estos hallazgos se corresponden con estudios epidemiológicos internacionales previos que mostraron mayor riesgo de depresión y de estrés postraumático en mujeres”, analizan.
También hacen una lectura interpretativa de los resultados para el grupo etario más afectado: “Los jóvenes mostraron un elevado riesgo para ansiedad, depresión y estrés comparados con los adultos mayores; y sobre todo el grupo de 18 a 27 años, que mostró un significativo riesgo de ansiedad y depresión. Dado que la mayoría de la muestra más joven (18 a 27 años) eran estudiantes universitarios, probablemente la adaptación a un nuevo contexto educativo con clases online, el temor a que esta realidad afecte negativamente su progresión académica, el impacto del aislamiento y la consiguiente disminución de su actividad social y el escaso contacto con sus pares puedan contribuir a aumentar esos índices en una edad susceptible para desarrollar esos trastornos mentales. Estudios previos efectuados en estudiantes universitarios en China muestran resultados similares (18,20), aunque la bibliografía es escasa”, dicen.
La investigación fue realizada por un grupo de científicos de la Facultad de Psicología de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales de San Francisco (Uces). Sus responsables fueron Héctor Badellino y María Emilia Gobbo, de la Uces; y Víctor Eduardo Torres, por parte del Conicet y la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Son coautoras Emilia Aschieri y Mabel Cachiarelli. Para esta segunda ola, se hicieron 1.985 encuestas. Ya iniciaron la recolección de datos para la tercera ola. Quienes deseen ser consultados y aportar sus vivencias pueden hacerlo completando este formulario.
Mejor solos
Un dato que sorprende es que son más intensos los efectos en la salud mental entre quienes conviven con otras personas que en aquellos que viven solos.
“Contrariamente a lo imaginado, los encuestados que referían vivir solos tuvieron niveles significativamente menores de ansiedad y de estrés que los que vivían con familia, pareja o amigos. No hemos encontrado bibliografía que explique este fenómeno, pero sospechamos que probablemente quienes vivan solos puedan estar más adaptados al aislamiento; y por otro lado, en quienes viven acompañados por pareja, hijos, etcétera, probablemente el contacto permanente y prolongado dentro de la casa durante el aislamiento aumente los niveles de estrés y de ansiedad”, interpretan.
Por ponerle un número: “Quienes vivían con compañía mostraban estrés significativamente más elevado (24,31%) que quienes vivían solos (11,79%)”, detalla la publicación.
También sorprende el escaso impacto en el grupo más amenazado por la pandemia: los adultos mayores. “En relación con la baja prevalencia de ansiedad, depresión y estrés en adultos mayores en nuestro estudio, si bien es el grupo etario de mayor riesgo de presentar complicaciones y más elevada mortalidad, probablemente estén más adaptados a vivir aislados y con escasa vida social”, entienden los investigadores.
Esto también podría explicarse de esta manera: ni la ansiedad, ni la depresión, ni el estrés están vinculados al temor a enfermarse. “En ninguna edad es un problema tan importante enfermarse. Enfermarse de Covid no es factor de riesgo para depresión, ni para ansiedad. En cambio, preocuparse por cambios laborales o por quedarse sin dinero sí lo son”, explica Badellino a La Voz.
El especialista advierte de que las consecuencias de la pandemia en salud mental podrían verse en el mediano y en el largo plazo, y aconsejó a las autoridades sanitarias que prestaran atención a esta gigantesca secuela en la salud mental de la población. “La tríada: mujer, joven y vivir acompañado parece ser un grupo de riesgo que consideramos que se debería explorar con el avance de la pandemia”, sugiere Badellino, quien también alertó que se debería monitorear la evolución de suicidios en el grupo etario de adultos jóvenes, el consumo de psicofármacos y el aumento en las adicciones.
Fuente:La Voz
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