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POLITICA

23 de abril de 2017

El juego de las contradicciones

El gobierno nacional deberá rogarle al cielo que el electorado se guíe más por el contraste con el kirchnerismo saliente que con la economía actual. El blindaje de Carrió y las expectativas en Santa Fe.

El país está cruzado por las contradicciones políticas y, además, la economía no remonta. El gobierno nacional, Cambiemos, el presidente Mauricio Macri, deberán implorar que haya un voto importante de la sociedad que no se deje llevar por el bolsillo y sí por el mojón que separa políticamente al oficialismo del kirchnerismo saliente.

Como Néstor Kirchner al inicio de su mandato con los organismos de derechos humanos, que le dieron un barniz progresista que el santacruceño jamás tuvo ni puso en práctica en su comarca, Macri necesita de un blindaje moral que subalternice en la campaña ese tufillo a empresariado turbio que le ha traído ya muchos dolores de cabeza, de la mano de los Panamá Papers y los intereses cruzados de los CEO's. Ese esqueleto ético se lo provee Elisa Carrió.

En esa montaña de contradicciones, Lilita pone en jaque con los peores adjetivos al gurú de gurúes del macrismo, Jaime Durán Barba, saca de la cancha electoral a Jorge Macri y llena de temblores a la Casa Rosada con la ofensiva imparable hacia el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti. "Lilita es Lilita", dicen cerca del presidente de la Nación. En verdad es mucho más: sin una economía que enamore, Cambiemos dura hasta que Carrió diga "nos vamos".

Lo que digo no es lo que hago

Pero para fortuna de Macri, de Cambiemos, del gobierno nacional, existe el contraplano. El último aporte a la confusión general lo está haciendo Alicia Kirchner, con un estrepitosa mala gestión en Santa Cruz que la interpela en el mismo lugar que el kirchnerismo y sus aparatos simbólicos derivan hacia Macri. El arándano del postre fue la represión a docentes y empleados estatales durante la noche del viernes. Argentina es así de multifacética.

Desde el punto de vista de la economía el gobierno no sólo está lejos de algún brote verde que se acerque al consumo, sino que sigue sin poder ponerle el cascabel al gato inflacionario. El precio de las cosas sube día a día, a veces menos, a veces más. pero no se estabiliza.

  Tampoco colaboran municipios y provincias. Tomar un taxi en Rosario se parece ya a un lujo asiático. El aumento último que se fijó es lindante con la falta de sentido común y, como consecuencia, se ven menos taxis en la calle. Todo un oximoron, si se le agrega el habitual discurso oficialista de querer quitarle incentivo al uso del automóvil en la zona céntrica. El ejemplo del servicio de taxis es oportuno, pero sucede con muchísimos otros casos.

 

Pero volvamos al escenario nacional. La consultora Aresco midió que el 30 por ciento de los electores podría no privilegiar la economía a la hora del ejercicio del voto. Esa sería la salvación del gobierno nacional. Y el evidente deseo de un sector de la sociedad de terminar con el kirchnerismo.

En este escenario de contradicciones, es curioso que el kirchnerismo, que hizo gala de una saludable y novedosa interacción con movimientos juveniles, incorporándolos a la práctica política desde el poder, busque una alianza con los Rodríguez Saá: un apellido lindante con la vieja política y con pocos destellos para ofrecer. En una parrilla de la zona norte, un dirigente kirchnerista local se arriesgó, incluso, a mocionar una fórmula para 2019: Cristina-Alberto Rodríguez Saá. Es rara la política argentina.

Ese menú de dislates no escapa al oficialismo y a los oficialistas. Hoy, Carrió se desentiende de Martín Lousteau. Como si nunca se hubieran conocido. Hace dos años, Fernando Sánchez —el más lilito de todos los lilitos— fue el compañero de fórmula de Lousteau en las elecciones a jefe de Gobierno porteño. Viva la contradicción.

El gobierno nacional tiene que ganar los comicios de octubre como sea, aun a los ponchazos. Esa necesidad explica la estruendosa repercusión del regreso desde el llano a los primeros planos de Florencio Randazzo, difundido en algunos medios porteños como si se tratase de la gran cosa de los últimos años. Cambiemos necesita dividir el voto opositor en la madre de todas las batallas, que se llama provincia de Buenos Aires.

No le falta suerte al oficialismo. Las derivaciones de la crisis santacurceña, con Cristina y su cuñada encerradas en la Casa de la Gobernación, interpeladas por trabajadores estatales, parece propio de un guión propio de la picaresca. La catilinaria interminable que Cristina y el kirchnerismo utilizan para criticar al gobierno nacional, se les volvió viento en contra. "Quién sabe Alicia este país, no estuvo hecho porque sí", diría Charly García.

En Santa Fe, todo empieza a tener una inclinación electoral y buena parte de ese contexto dependerá de lo que decidan Antonio Bonfatti y José Corral. Si ninguno de los dos es candidato, los comicios a diputado nacional tendrán otras particularidades. Los nombres ya fueron visibilizados.

Luis Contigiani podría ser el postulante del Frente Progresista y Luciano Laspina será el de Cambiemos. Podría haber interna en Cambiemos si no hay una orden explícita de la Casa Rosada de disciplinar estrategias en favor del presidente de la comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara baja. Los radicales del NEO impulsan ante Miguel Lifschitz el nombre de Maximiliano Pullaro, pero el gobernador quiere que siga siendo ministro de Seguridad. Deberían darle punto final al tema: no se trata de cualquier Ministerio .

En el peronismo santafesino volvieron a la carga en las últimas horas con el nombre de la jueza Alejandra Rodenas, de un par de periodistas rosarinos y de un candidato encapsulado en el sector de los senadores. Habrá que esperar para saber si compiten con Agustín Rossi por adentro del PJ, o si adoptan el formato del 2009, cuando se autorizaron dos frentes electorales.

Nada de lo que hagan los partidos o los frentes electorales desde aquí hasta un tiempo antes de las elecciones será motivo de debate popular. La sociedad tiene otras preocupaciones, otras motivaciones y otros desvelos.

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FUENTE: LA CAPITAL

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