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SALUD

30 de abril de 2020

Por qué no es saludable dormirse todos los días a distintas horas

La importancia de mantener una rutina de sueño

Con mucha frecuencia se habla de los riesgos de dormir poco, algo a lo que suelen conducir las múltiples actividades y los horarios apretados de la vida moderna. Estrés, cansancio, irritabilidad, sobrepeso, diabetes, hipertensión, envejecimiento prematuro, problemas sexuales y de memoria son algunos de los efectos que genera.

Se habla poco, en cambio, de dos situaciones que pueden ocurrir durante esta cuarentena. Por un lado, de qué pasa si los horarios de sueño carecen de regularidad, es decir, cuando alguien cambia mucho sus horarios de irse a la cama y de levantarse de unos días a otros. Por el otro, de qué sucede si se duerme más tiempo de lo recomendado. Ambas prácticas tienen consecuencias negativas.

Estudios apuntan que mantener una regularidad en los horarios podría ser tan importante como dormir la cantidad de horas apropiada. En tiempos de normalidad, muchos duermen menos de lo necesario de lunes a viernes y se dan “atracones de sueño” los fines de semana, con el objetivo de compensar las horas no dormidas. Durante la cuarentena, las maratones de series y otras actividades pueden llevar a dormir muy poco algunos días e intentar recuperar el sueño perdido en las jornadas siguientes.

Los beneficios de esos atracones son transitorios y tienen resultados negativos a medio y largo plazo. De ese modo no solo no se evitan los perjuicios sobre el metabolismo de haber dormido menos de lo necesario en los días previos, sino que además algunos de esos perjuicios se profundizan, como, la menor sensibilidad del organismo a la glucosa, lo cual aumenta el riesgo de desarrollar diabetes.

Al efecto producido por las diferencias en los horarios del sueño entre unos y otros días se lo conoce como “jet lag social”. Se debe a que, así como el cuerpo sufre un trastorno cuando atraviesa múltiples husos horarios a gran velocidad, le ocurre algo similar cuando hay muchas diferencias en los horarios del sueño de unos días a otros.

Por otro lado, cuando se duerme sin programar ninguna alarma se despierta de manera espontánea en el momento en que el cuerpo “decide” que el sueño ha llegado al final. Esto ocurre unas dos horas después del inicio de la fase ascendente de la temperatura central del organismo. El proceso coincide también con el cese de la secreción de melatonina, la hormona responsable de regular el sueño.

¿Qué sucede cuando después que se ha despertado espontáneamente, insiste en seguir durmiendo? Pues ese sueño posterior es más ligero, no llega a ser profundo ni resulta constante y, por lo tanto, es de más baja calidad. El resultado inmediato de esto es lo que se suele llamar “resaca de sueño”, caracterizada por un malestar, sensación de cansancio, cierta confusión, irritabilidad, dolor de cabeza y malhumor.

fuente: agenciafe

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