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POLITICA

2 de abril de 2017

El cambio es otra visión de la realidad argentina

POR INGENIERO CASTOR LÓPEZ - FUNDACIÓN PENSAR A SANTIAGO

Poco despues de finalizada la segunda gran guerra mundial, una de las ultimas ¡§bisagras¡¨ de la historia de la humanidad, a mediados del pasado siglo XX, el producto anual por habitante de nuestro pais era todavia apenas inferior al 70% del promedio de los paises por entonces mas desarrollados. Durante los siguientes anos 50¡¦ y 60¡¦, e incluso en nuestros muy penosos ¡§anos de plomo¡¨ de la decada de los 70¡¦, esa relacion habia disminuido a poco menos del 60%. Luego de la grave declinacion argentina de los anos 80¡¦, nuestro ingreso por habitante ha disminuido actualmente a solo alrededor del 40% del promedio de las naciones hoy mas avanzadas. Ese proceso ocurrio simultaneamente a un crecimiento del gasto publico argentino desde el 25% a mas del 45% actual de ese declinante, en terminos relativos al mundo ya desarrollado, producto nacional anual. Ese proceso de declinacion continua, como toda decadencia gradual, sin encontrar ¡§un piso¡¨. Con muy bruscas oscilaciones periodicas, y las dolorosas crisis economicas y sociales que siempre se derivan de los ciclicos desequilibrios macroeconomicos, nuestro producto por persona crece en el largo plazo, pero lo hace a un muy magro ritmo anual de menos del +1% que, en terminos relativos al simultaneo desarrollo mundial, se transforma en un continuo atraso que, sin un cambio estructural, nos dirige a una Argentina 2030 que se situara, inexorablemente, en un nuevo peldano inferior de la decadencia de los ultimos 70 anos, muy probablemente de solo el 30% del ingreso per capita del concierto de las naciones que, por entonces, sean las mas desarrolladas, grupo al que, paradojicamente, los discursos de todo el arco politico partidario dicen aspirar a integrar. Esa muy endeble evolucion economica real de largo plazo de nuestro pais se constituye, en si misma, en la mas real de las limitantes de toda politica publica de inclusion y equidad social. Esta continua y gradual decadencia nacional ocurre mientras continuamos muy ocupados en una diversa grandilocuencia de ciclos de oportunistas politicas discursivas de oficialismo y oposicion, con ¡§fachadas¡¨ de cambios de preferencias ideologicas. Asi, hemos transitado todos los debates posibles: desde la ya historica sustitucion de las importaciones versus las aperturas comerciales, pasando por el tambien ¡§clasico¡¨ enfrentamiento del campo versus la industria, hasta la recurrente discusion de la privatizacion versus la nacionalizacion, etc. Y hemos olvidado que, en todos los pragmaticos procesos de genuino desarrollo observados en el mundo, estas cuestiones siempre han resultado complementarias y no antagonicas. Asi lo han entendido, y aplicado en sus diversos tiempos y grados, paises tan disimiles como Chile, Canada, Noruega, Finlandia, Islandia, Alemania, China, Singapur, Nueva Zelanda o Australia, solo por hacer un muy breve derrotero geografico mundial de los heterogeneos territorios, de las distintas culturas, de las diferentes etnias, de los diversos idiomas, climas y religiones donde actualmente se progresa y se evoluciona. Los seres humanos somos mucho mas productivos cuanto mas sanos y mas adecuadamente educados nos mantengamos, cuanto mas interactuamos con personas de otros paises, cuanto mas protegidos por el estado de derecho esten nuestras propiedades y nuestras producciones, cuantas mas libertades civicas y economicas y confianza haya entre nosotros, cuantas mas conductas innovadoras y emprendedoras podamos adoptar, cuanto mas tecnologia moderna nos complemente, cuanto mas ahorro e inversiones de capital en infraestructura de viviendas, de energia, de transporte y de comunicaciones dispongamos y cuanto mas entorno institucional sano, tanto publico como privado, nos acompane. Los bienes y los servicios publicos son naturalmente complementarios de los bienes y de los servicios privados que se necesita producir. Para ello, se precisa ahorrar y acumular capital. El reciente ¡§blanqueo¡¨ superior a los 100.000 millones de dolares, mas del 20% del actual producto anual, demuestra que lo disponemos y que, en realidad y globalmente, los argentinos somos acreedores, y no deudores, del mundo. Resulta imprescindible la confianza y la credibilidad interna necesaria, mostrando graduales resultados parciales positivos, para regenerar el denostado ¡§clima¡¨ de los estigmatizados ¡§negocios¡¨, para que los ahorros sean invertidos a largo plazo y se generen mas empleos productivos y formales. Se necesita producir mas para consumir mas y exportar mas para obtener, a su vez, las divisas necesarias para financiar los insumos y los bienes de capital importados que una produccion nacional moderna, homologa e inserta en las crecientes cadenas de valor globales, en las que las pymes nacionales tienen su importante rol, requieren para hacer sustentable el crecimiento nacional en el largo plazo. El modelo de gasto publico y gasto privado, con proteccion de aranceles y dirigido solo al consumo interno, ambos con insuficiente inversion y sin la imprescindible productividad social ni economica, con deficit cronicos financiados con desmesuras de emision monetaria o de deuda externa, que siempre evolucionan hacia crisis de alta inflacion o de escasez de divisas, que solo encuentran transitorios alivios, desaprovechados, en los aislados shocks de precios externos favorables a nuestros clasicos productos exportables, tambien siempre finalizan en las ciclicas devaluaciones de nuestra moneda y en un ¡§volver a empezar¡¨, pero con niveles de pobreza cada vez mas elevados y sociedades mas heterogeneas. Ese modelo de gestion de un pais, cruzado por los muy primitivos procesos politicos de una democracia primaria, escasamente republicana, no solo no puede hacer mas de lo que ya hizo en los ultimos 70 anos: crecer al +1% anual per capita, sino que cada vez puede menos. Son los modernos procesos integrados de productividad conjunta de los sectores publico y privados los que ya no son discutidos, en sus cuestiones estructurales, por las clases politicas de paises tan disimiles como los EE.UU. o China. Pero, tambien siempre se podra ignorar toda racional argumentacion a la imperiosa necesidad del cambio y continuar en la paradojica ¡§zona de confort¡¨ del sendero de la continua decadencia. FUENTE: EL LIBERAL

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