NOTA DE OPINION
26 de agosto de 2025
La verdad devaluada

La verdad devaluada
Buen día, buen día para todos. Hablamos de Argentina, hablamos de la verdad y hablamos de la verdad notablemente, notoriamente devaluada. Y si pensamos en los gobiernos de los últimos 30 años, cada uno de ellos dejó una frase que describe su desapego por la verdad. Yo sé que él quiso y no pudo, pero todos nos ilusionamos. Con la democracia se come, con la democracia se educa, con la democracia se cura. “Sígame, no lo voy a defraudar”, prometió Menem.
El que puso dólares tendrá dólares. Eduardo. Argentina tiene el raro privilegio de convivir con lo trucho. Tuvimos ropa trucha, discos truchos, aportantes truchos, medicamentos truchos, candidatos truchos y hasta diputados truchos. Y en los últimos 15 años, el alcance de lo falso no parece tener límite.
Miren, hace casi 15 años, el escándalo de los medicamentos truchos puso de manifiesto que la manifestación por el poder y el dinero había trastocado todos los límites de la sociedad argentina. La escuchábamos a Graciela Ocaña hace poco. La justicia descubrió que había profesionales infieles que ingresaban sobrantes y muestras médicas que después eran compradas por pequeñas droguerías que introducían los productos al mercado.
En el libro Remedios que matan, del colega Andrés Klipphan, se detalla que en Argentina en el año 2010 morían 21.800 personas, pacientes, por año, por el mal uso de los medicamentos. Y se trataba, entre otras cosas, de remedios truchos, adulterados, vencidos, robados, con troqueles falsificados que terminaban con el peor final para los pacientes.
Ahora, con el caso del fentanilo contaminado, estamos viendo un escenario similar. Después llegaron los médicos truchos, esto es increíble, falsos profesionales que mediante la suplantación de la identidad o de certificados de formación se desempeñaban en hospitales públicos sin serlo.
En el año 2018, la Asociación de Médicos de la República Argentina indicó que había 30 casos de médicos truchos en todo el conurbano norte. Repito, 30 falsos médicos que atendían pacientes en el conurbano de la provincia de Buenos Aires, el distrito más poblado del país.
En diciembre de 2024, el gobierno denuncia que la mitad de las 1.200.000 pensiones por invalidez podría ser trucha. Denunciaban la existencia de un sistema legal donde participaron también gobernadores, porque había que darle algo a alguien, ¿no? Para que trabaje en las campañas electorales, intendentes, punteros políticos, médicos y prestadores de salud.
Y según los datos oficiales, entre 2003 y 2015, es decir, los gobiernos de Néstor y Cristina, la cantidad de pensiones no contributivas por invalidez laboral, escucha esta cifra, porque es real. Pasó de 80.000 a 1.050.000. Bajó algo con Macri. Y la cifra de beneficiarios vuelve a ascender hasta 1.250.000 pensiones con Alberto Fernández.
Y ahora, para sumar confusión a este panorama, el ex responsable, echado, no renunció, lo echaron, tampoco lo desmintieron, nunca le dijeron, che, ¿cómo decís eso? El ex responsable de la Agencia Nacional de Discapacidad, ¿cómo decís que Carina la Cajera, che? ¿Cómo decís que cobraban tres ella y cinco Menem? Se llama Diego Españolo, es investigado por unos audios atribuidos a él, donde se habla de coimas.
Todo mientras esto sucede y el gobierno dice que no hay fondos. ¿Qué nos queda por hacer, entonces? ¿Cómo recuperar la confianza en un país? ¿Cómo creer en las instituciones cuando si ni siquiera podemos conservar algo vital como la fe en el médico o en el farmacéutico?
¿Cómo creer en un estado que no puede controlar los medicamentos y los profesionales y las pensiones? A ver, nos acostumbramos a vivir con mentiras. Nos resignamos en silencio a las candidaturas testimoniales. Gente que participa de la elección y que no va a asumir y que lo dice que no va a asumir. ¿Qué es esto?
Nos acostumbramos a las estadísticas maquilladas del INDEC. Nos acostumbramos a las falsas promesas en campaña. Nos acostumbramos en creer que alguien distinto y disruptivo iba a poder cambiar la cosa. Y en consecuencia votamos.
En Argentina nada es lo que parece. La verdad, como el peso, está devaluado. No fue siempre así. Ni todos son así. Millones de argentinos se levantan día a día pensando en hacer de su barrio, de su ciudad, de su provincia, de su país, de su familia, de su círculo de amistad, de su trabajo, algo mejor, un lugar mejor.
No nos podemos acostumbrar a ser un país trucho. No merecemos vivir con la mentira.
Fuente: Cadena 3

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