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NOTA DE OPINION

24 de agosto de 2025

La corrupción se combate con reglas y transparencia, no con cambio de personas

La corrupción se combate con reglas y transparencia, no con cambio de personas

La reciente salida del funcionario a cargo resalta la gravedad de los problemas. José Mayans, un cristinista de la primera hora, se despachaba con críticas al actual gobierno, que se encuentra bajo el manejo de Caputo y Sturzenegger. Este gobierno ha sido acusado de corrupción, evidenciado por el rechazo al Garrahan y la negativa a proporcionar medicamentos a jubilados, mientras se menciona un porcentaje de coimas por medicamento.

La corrupción no es un problema exclusivo de gobiernos anteriores, sino también del actual. La política argentina enfrenta un dilema: muchos creen que los problemas se resuelven con un simple cambio de personal político, cuando en realidad son más profundos y requieren cambios en las reglas y mecanismos institucionales.

La Argentina, tras una década de escándalos de corrupción en los 90, implementó reformas durante el breve gobierno de la Alianza, incluyendo la creación de la Oficina Anticorrupción. Sin embargo, esta oficina ha perdido funciones y no cumple con su propósito, en parte debido a la influencia del kirchnerismo y la administración del macrismo.

Cuando se cree que el problema radica solo en las personas, se ignoran las reglas que rigen el comportamiento humano. Las conductas no dependen de la ideología o del partido político, sino de un sistema que permite la corrupción.

Se critica la hipocresía en la política argentina, donde los gobiernos se han convertido en mecanismos para hacer dinero. La falta de mecanismos de control y diagnósticos certeros permite que figuras se rían del gobierno y desacrediten investigaciones serias.

La falta de una agenda de fortalecimiento institucional en el gobierno actual perpetúa la corrupción. No se asegura que las sospechas de corrupción sean ciertas, pero señala que son verosímiles porque no se implementan criterios serios de transparencia ni se presentan proyectos de fortalecimiento institucional.

El presidente confunde conceptos y no habrá cambios en la clase política argentina sin reformas en las reglas del juego. La corrupción implica un control riguroso sobre quienes toman decisiones, especialmente en el gasto público, y la falta de presupuestos durante dos años evidencia una irregularidad diseñada por el gobierno.

Aunque se aboga por la austeridad y el superávit fiscal, no se puede permitir que continúen las prácticas que han llevado a la decadencia argentina. La situación actual, lejos de mejorar la calidad de la política, la empeora.

Fuente: Cadena 3

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