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POLITICA

20 de marzo de 2023

José Ignacio López: "Hay falta de liderazgo en la Argentina"

Ocupó el cargo de vocero de la Mesa del Diálogo en los primeros años del nuevo siglo. Lamenta que los argentinos hayamos metido al Papa Francisco en el lodazal de la política y llamó a reflexionar sobre el hecho de que la mitad de los argentinos vivan en la pobreza.

José Ignacio López ocupa el sillón Manuel Belgrano de la Academia Nacional de Periodismo, con extensa trayectoria en medios gráficos como La Nación, La Opinión, Clarín, en las agencias NA y DyN; conductor y comentarista radial y televisivo durante muchos años. En 1983 aceptó el ofrecimiento que le hiciera Raúl Alfonsín y fue su vocero durante todo el mandato. Más tarde fue vocero de la llamada Mesa del Diálogo. Hombre religioso, incluso durante varios años tuvo una columna sobre religión en Clarín. Amigo de monseñor Vicente Faustino Zazpe y de muchos sacerdotes e incluso de Jorge Bergoglio. Vino a Santa Fe invitado por la Universidad Nacional del Litoral donde fue declarado Visitante Ilustre de la Casa y participó del ciclo por los 40 años de la recuperación de la democracia. En ese ámbito conversó con El Litoral.

- Fue vocero de un presidente, figura que después prácticamente desapareció en la Argentina. Carlos Menem designó uno (Humberto Toledo) pero el vocero era él

- El problema es ese. Cuando me piden o se hacen comparaciones, digo que resulta prácticamente imposible. ¿Por qué? Primero, el cargo, la función está en las democracias occidentales y nace como un reconocimiento del papel de la prensa en el funcionamiento de la democracia, en el funcionamiento institucional. También surge para evitar el desgaste natural que el contacto con los medios produce al personaje, al funcionario, al ministro, al que fuera, al presidente. En aquellos años el desgaste se producía mucho más con la radio y con la televisión. Ahora cambió absolutamente todo. Me tocó desempeñar el cargo en un momento muy favorable para el periodismo, porque se recuperaba la libertad, se recuperaba la democracia. Me tocó hacerlo con un presidente (Raúl Alfonsín) que reconocía ese papel de la prensa y que por eso me buscó. Reconocía las necesidades de la prensa como vínculo con la opinión pública. En ese tiempo no había internet, no había celulares. Ahora, todos, de alguna somos comunicadores. Se lo dije al presidente Alberto Fernández en los primeros días cuando tuvo la gentileza de invitarme a una reunión. Fui a ver al vocero, a (Juan Pablo) Biondi, en los primeros días de diciembre de 2019. A Fernández lo había conocido en la campaña electoral y en su función de jefe de gobierno de Néstor Kirchner cuando yo era vocero de la Mesa del Diálogo. Le decía que a un presidente que maneja Twitter, que tiene relación con un montón de periodistas, es muy difícil tener vocero. A Toledo, durante el gobierno de Menem le pasó que decía una cosa y el presidente otra.

La vocería parece haber perdido sentido por la dinámica de la tecnología, la dinámica de la relación. La otra función es la de atender a las necesidades del periodismo, permitir la interpretación que el presidente está haciendo de la situación, pero también ha cambiando con las nuevas tecnologías. Hay que repensar un poco con la función que se desarrolla.


- De todos modos la función del periodismo sigue siendo importante

- Muy importante, cada vez más importante. El periodista tiene que ser un poco administrador de ese bombardeo informativo. Una función muy delicada, más difícil en una circunstancia como la actual, tan polarizada en la que se ha perdido el debate, se ha perdido la discusión en los términos en que corresponde. Hoy funciona más la chicana fácil, la descalificación, cuando no directamente el insulto. Hay un riesgo, que es de medrar con esta situación porque da rating. Ahí empieza a jugar la responsabilidad de los periodistas, no tanto de los que tienen que correr de aquí para allá que son los movileros, sino de los que tenemos responsabilidades editoriales. Muchas veces no las reconocemos y tenemos participación en ese barullo que hay de comunicación, en ese estilo de esa dialéctica de la confrontación permanente. En el fondo, no lesionamos la libertad de expresión ni el ejercicio responsable del periodismo, si procuramos volver a llevar eso al cauce de la conversación, de la discusión levantada si se quiere, dura, pero discusión, reconociendo al otro, el otro que puede hablar. Insisto en esto de no estar mirando para atrás o haciendo memoria de lo que pasó, nada más que con el ánimo de recoger un argumento que se convierte en un proyectil para el que está conversando con uno. "Vos tenés más culpa que yo, vos estuviste e hiciste esto, vos estuviste y me hiciste aquello". Esto es un camino que nos conduce a lo que estamos hoy.

- Usted también fue vocero de la Mesa del Diálogo sobre fines del siglo pasado y principios del actual en un momento muy difícil en la Argentina.

- Y se encontraron algunos caminos, algunas salidas. No se pueden comparar nunca las situaciones. Sin embargo, creo que lo que estamos viviendo hoy es todavía casi más difícil que la de entonces. Hay algunos que comparan la cosa solo con la economía, no es mi fuerte. En en aquel momento los vi, tuve la privilegio, entre comillas, de ver a la dirigencia perdida. El papel clave lo cumplió en aquel momento Carmelo Angulo, el representante de Naciones Unidas con el que yo trabajaba. Le debemos mucho los argentinos, se comportó con una solidaridad humana muy profunda, más allá de si se estaba excediendo en el cargo que tenía. Había una solidaridad de fondo ahí con un país al que él quería y lo veía en esas circunstancias muy difíciles. En aquel momento, conseguimos sentar a todos alrededor de una mesa, quizás había sido tarde. Esos espacios no se pueden construir si el gobierno no está dispuesto. El 19 de diciembre de 2001 conseguimos armar un primer encuentro en la sede Cáritas, en el que no faltó nadie que tuviera capacidad de veto, esa fue la condición para hacer ese encuentro, y en el que el jefe de gabinete de entonces (Cristian Colombo) cumplió con lo que nos había dicho cuando nos habilitó a hacerlo. Colombo se comprometió a llevar al presidente si iban todas las partes. El presidente (Fernando de la Rúa) vino y ya las cosas se precipitaron. El presidente estaba como perdido. Dijo algunas palabras y se retiró. Recuerdo que allí Carmelo dijo algo que repito: "si yo fuera argentino no me levanto de acá hasta no conseguir un acuerdo". La realidad que le golpeaba de afuera pudo más.

- Hoy parece difícil la situación porque no hay quien convoque al diálogo, parece haber falta de liderazgo.

- Hay una falta de liderazgo, hay una crisis dirigencial de todo orden, no solo política. Es cierto, las responsabilidades de la política no se pueden negar. Este clima de que se vayan todos, ya en aquel momento existió. Me cuesta aceptar, porque somos casi todos los mismos dirigentes, que aquella experiencia del 2001 haya pasado en vano. Espectáculos como el del otro día en Rosario o muchos otros incidentes muestran que aquellos que tienen responsabilidad dirigencial, tienen necesidad de hacer otra cosa, de resignar algunas cosas, y de cambiar. Pero no hay nada que hacer.

- Es una crisis dirigencial pese a que tenemos un Papa que es argentino donde la Iglesia Católica tiene una fuerte presencia en la vida institucional del país.

- Un Papa argentino al que lo hemos metido en el mismo lodazal. Estamos fallando, particularmente los católicos, en el sentido de no tener la capacidad de medir la dimensión del acontecimiento. La dimensión de lo que significa que quien hasta hace 10 años era el arzobispo de Buenos Aires, el primado de la Argentina, hoy es el obispo de Roma. El Papa está desarrollando un proceso de renovación y de cambio en la Iglesia de una magnitud que no tiene retroceso. Espero que esta celebración de los diez años de Francisco nos ayude a recuperar la magnitud del acontecimiento, a cobrar conciencia de que realmente si seguimos así vamos a generar un escándalo histórico. El escándalo de que no solamente va a ser el primer Papa argentino, el primer Jesuita Papa, el primer latinoamericano, el primer americano que es Papa, sino que va a ser el primer Papa que no volvió a su patria. Se lo digo a los que se dicen católicos y a los que deberían tener fe en la Iglesia, si es que lo son de verdad, advierto que eso realmente va a ser un escándalo histórico y no podemos solamente pensar que eso es culpa del Papa porque se hizo peronista. Espero que estos 10 años ayuden a replantear esa relación y a que el Papa venga. Que venga y que nos ayude a librarnos de esta situación en la que la mitad de nuestros compatriotas son pobres. Si uno hace memoria de los 40 años, de lo que éramos hace 40 años, del clima de alegría, estábamos recuperando la libertad... Si el fútbol consiguió esto, se advierte que hay un camino posible. Que la mitad de nuestros compatriotas sea pobre nos tiene que doler a todos. Debe obligarnos de verdad a sentarnos, a recuperar la confianza de construir juntos. No me canso de repetirlo y no me canso de decirlo. Sueño con que el periodismo capte esta necesidad de que no medremos con las diferencias. El ráting tienta pero...

La pregunta que incomodó a Videla

En 1979, José Ignacio López entonces periodista de NA tuvo la osadía de preguntarle al presidente de facto, Jorge Rafael Videla, en una conferencia de prensa por los desaparecidos, términos que no figuraba en la opinión pública del momento.

- Es curioso lo que me pasa con eso. Salió a la luz mucho tiempo después. Cuando Alfonsín me convocó a ser vocero y lo fui en esos seis años nadie se acordó o hizo referencia al hecho. Lo sabíamos algunos periodistas que estuvimos allí en ese momento. Eso no salió al aire. En los diarios de la época, que yo estos días volví a mirarlos, está el tema. Nunca fue título. Era para título, pero está el tema de los desaparecidos, no con esa dureza, con esa crudeza con que lo dijo, pero está. Obviamente no está ni formulada la pregunta, ni quién la hizo, ni el medio, nada. Yo estaba en ese tiempo en Noticias Argentinas, siempre quiero decirlo, porque además es un reconocimiento para quien era el director de la agencia y que era un hombre que defendía el trabajo de los periodistas, que era Horacio Tato.

Llegamos a los años 90 y un día me llamó Felipe Pigna y me dijo que en Canal 7 habían encontrado esa conferencia de prensa de Videla, y me informó que iban a hacer un programa con esa conferencia. Eso se potenció con las redes, sale el tramito, mi rostro de pibe, que no era tan pibe. Cuando se observa toda la conferencia se puede ver que yo hago la pregunta, Videla contesta con una larga perorata sobre la doctrina social de la iglesia. Dice que cuando el Papa habla, habla en términos, en los que ellos coinciden con la civilización occidental y cristiana. Pero él sabía, porque habíamos hablado, tres o cuatro periodistas que hablábamos dos o tres veces con él y con otros, y el tema salía. Yo valí del Papa Juan Pablo II que había hecho un pronunciamiento en el Angelus, del mes de noviembre o de octubre. Fue Videla quien volvió, preguntó, si estaba respondida toda la pregunta, ahí me habilitó. Él añadió que sabía que yo no lo preguntaba en un sentido amplio. Me dio la posibilidad, y ahí fue donde a él le brotó esa tremenda atrocidad, que era de decir que no están, que no son, ni vivos ni muertos, no podemos hacer nada, una cosa... Es que no había manera de hablar lo que estaban haciendo.

- ¿Lo siguieron después o lo obligaron a no hablar?

No, no. Lo único, un oficial que creo que era de la Marina, la Marina era la que tenía el Secretario de Información Pública, se me acercó para decirme cómo preguntaba eso a Videla. Nada, nada, no, no. Yo había venido al país la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Fuente:El Litoral

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