Jueves 25 de Abril de 2024

Hoy es Jueves 25 de Abril de 2024 y son las 08:54 -

OPINIÓN

12 de julio de 2021

¿Dónde están los radicales?

El partido político centenario no parece representar sus valores fundacionales

En Dresde, Alemania, durante el nacionalsocialismo, el profesor de filología, literatura francesa y lenguas romances Víctor Klemperer escribió dos tomos de un diario personal titulado “I will bear witness” (Yo daré testimonio). Klemperer había sido condecorado por su participación en la Primera Guerra Mundial, pero por su origen judío, aunque profesaba la religión protestante, fue expulsado de la Universidad y despojado de sus derechos como ciudadano. Se salvó de la deportación, hasta 1945, porque su esposa era una alemana aria y finalmente de milagro ambos sobrevivieron. En sus textos literarios, con agudeza, fue describiendo todo el dramático fenómeno político y la increíble transformación de la sociedad en aquellos terribles años. En una de sus observaciones, casi con desesperación para tratar de encontrar alguna explicación a lo que ocurría, apuntó en su diario: “Yo soy alemán y estoy esperando que los alemanes regresen, deben estar escondidos en alguna parte”.

Salvando las abismales distancias y sin ningún punto de comparación con la actualidad, pero solo a manera de parábola, esa pregunta del profesor alemán podría aplicarse a un fenómeno político de la Argentina de los últimos tiempos: ¿dónde se han ido los radicales? ¿Dónde están escondidos los sucesores del partido fundado por Leandro N. Alem?, quien había definido a esa fuerza política como “la causa de los desposeídos”.

Hace apenas unas semanas, la Unión Cívica Radical cumplió 130 años y es uno de los partidos más antiguos de Latinoamérica. Surgió como una escisión de la Unión Cívica para oponerse a sus políticas conservadoras y se erigió como una fuerza popular y democrática.

Varias veces el radicalismo llegó a la presidencia de la Nación con Hipólito Yrigoyen (dos mandatos), Marcelo Torcuato de Alvear, Arturo Illia, Raúl Alfonsín y Fernando de la Rúa. El partido cuenta hoy con tres gobernaciones, 400 intendencias, 62 legisladores nacionales y más de 200 diputados provinciales y concejales.

Hoy, el partido rescata sus principios fundacionales y se presenta ante la sociedad de la siguiente manera: “Tenemos valores y convicciones. Defendemos la libertad y la igualdad. La educación y la cultura del trabajo. La igualdad de oportunidades reales para todos, y la lucha por los excluidos. Somos el partido de las libertades públicas, la Constitución y la democracia. En nuestra historia resistimos a los regímenes autoritarios, conquistamos el sufragio universal y protagonizamos la lucha por las causas de las mayorías populares. En ejercicio del gobierno o en el llano”.

Desde 2015, por decisión de su convención nacional reunida en Gualeguaychú, la Unión Cívica Radical integra el frente electoral Juntos por el Cambio con el PRO y la Coalición Cívica. Esa posición política ha generado mucho debate y oposición interna porque asoció al partido con la imagen conservadora y de centroderecha del PRO.

Después de la experiencia en el gobierno bajo la presidencia de Mauricio Macri surgieron voces aún más discrepantes. Una de las que más sobresalen es la del gobernador de Jujuy, Gerardo Morales (revalidado electoralmente hace dos semanas), quien ha dicho hasta el cansancio que “el radicalismo no debe ser el «furgón de cola›› de Juntos por el Cambio” y que el partido debería “presentar su candidato propio” en las elecciones presidenciales de 2023.

Algunos radicales fueron más allá y directamente se sumaron al peronismo gobernante, como Ricardo Alfonsín como embajador en España o Leopoldo Moreau (uno de los fundadores de la Junta Coordinadora Nacional, el ala más progresista de la UCR) en la Cámara de Diputados de la Nación.

Para el reciente aniversario de la UCR, Alfonsín escribió un breve mensaje en las redes sociales: “Lo esencial de un partido es su identidad. Defenderlo, es defender sus ideas. Si esto es así, y lo es, ¿creen ustedes, en serio, que hoy podemos decirles a los radicales «feliz cumpleaños››?”.

Moreau fue aún más contundente: “El acuerdo de la UCR con el PRO reedita la traición de Mitre, quien después de haber sido candidato presidencial de los revolucionarios del Parque acordó con Julio Roca, que durante 42 años controló la política argentina con el fraude en representación de los grupos oligárquicos. Por esa razón decimos que los que nos fuimos de la sigla de la UCR lo hicimos para seguir siendo radicales e yrigoyenistas. Por aquello de que se rompa pero no se doble”.

En la provincia de Santa Fe, el radicalismo tampoco deja de tener contradicciones políticas. Un sector integra desde hace años el Frente Progresista liderado por el socialismo y otro responde a Juntos por el Cambio. En una instancia ideológica ambos frentes, uno de centroizquierda y otro de centroderecha, son incompatibles aunque necesarios en cualquier democracia porque expresan la voluntad política de sectores de la población que piensan muy distinto. Hace años que el radicalismo no presenta un candidato a gobernador en Santa Fe porque sus políticas de alianzas electorales lo han relegado a puestos de menor envergadura. El máximo cargo de gobierno que ha logrado ha sido la vicegobernación.

¿Dónde se escondieron los radicales que siguieron los postulados tradicionales del partido centenario, plasmados con claridad durante el liderazgo de Raúl Alfonsín? ¿Por qué no resurge esa fuerza política en todo el país con sus propios candidatos, después de las experiencias negativas de alianzas que no han servido más que profundizar las crisis recurrentes de este país?

La ligazón de la Unión Cívica Radical con los sectores conservadores es funcional a la derecha argentina y ha subsumido a esa fuerza política popular en un carril ideológico al que nunca perteneció, pero que por endeblez de sus máximos dirigentes se integró y diluyó sus ideales.

La Argentina necesita de todos los sectores políticos democráticos y no destituyentes, desde la izquierda a la derecha, para que haya opciones definidas sobre distintos modelos de país. Así lo demuestra la polarización electoral que seguramente se repetirá en los próximos comicios legislativos.

Pero no parece acertado, ni siquiera como estrategia política, que fuerzas populares como el radicalismo vayan añadidas a las conservadoras. El resultado está a la vista y el debate interno y la dispersión dentro de ese partido son señales de esa equivocación. Como dijo un veterano dirigente radical de esta provincia, las nuevas generaciones tendrán que conocer al radicalismo por los libros de historia porque hace años que no lleva candidatos propios en las elecciones.

Tal vez los radicales salgan pronto del escondite y regresen a la política argentina, que los necesita.

Fuente:La Capital

COMPARTIR:

Comentarios

Escribir un comentario »

Aun no hay comentarios, sé el primero en escribir uno!