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4 de julio de 2021

"La soberanía alimentaria es soberanía política"

Miryam Gorban, doctora honoris causa de la UBA, destacó el papel de la agroecología y pidió un cambio del modelo productivo.

El debate por la soberanía alimentaria cobra más vigencia que nunca con situaciones como el hambre en Argentina, siendo un país que produce alimentos para 400 millones de personas.

La doctora honoris causa Miryam Gorban, coordinadora de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la Escuela de Nutrición de la UBA, ratificó que el concepto de soberanía alimentaria -“muy superior al de seguridad alimentaria”-, está unido a la política. “No puede haber soberanía alimentaria si no hay soberanía política ni económica. Y no puede haber autonomía sin independencia en su alimentación”, dijo.

“La autosuficiencia alimentaria es necesaria y un factor fundamental que garantiza la soberanía económica, política, cultural de cada uno de los países. Esta es la condición del nuestro, que posee bondades y variedad climática, desde lo tropical hasta lo más frío, desde Jujuy a Tierra del Fuego. Nosotros podemos producir de todo”, dijo Gorban en el marco del primer encuentro de la cátedra que coordina, organizado por el Instituto de Investigación en Educación Superior y la Asociación de Docentes de la UBA.

Gracias a las bondades de esa diversidad climática, “estamos empezando tímidamente en los últimos tiempos, pero pisando cada vez más fuerte, a exportar no solamente los commodities o los alimentos a los que estábamos acostumbrados sino a incursionar en la producción de alimentos que a lo mejor no forman parte de nuestro menú cotidiano de nuestra mesa”, dijo la nutricionista, y ejemplificó con el caso de los arándanos que se producen y exportan desde Santa Cruz y Tucumán, entre otras regiones.

Gorban planteó que

Gorban planteó que "hay otra forma de producir" por fuera del modelo tradicional.

 

Además, el consumo de frutas se redujo en los últimos tiempos “porque el problema fundamental de nuestro país relacionado a la alimentación en este momento tiene dos grandes pilares: la inflación y el problema del acceso a la tierra. Llegamos a 2021 y no estamos cubriendo el acceso a la alimentación para todos los ciudadanos”.

Es que “esta mesa tiene cuatro patas: el derecho a la alimentación, al agua, a la salud, al ambiente sano. Y esto es fundamental, porque todas las medidas tomadas en esta situación de crisis económica y que significa un enorme esfuerzo para nuestro gobierno han sido de coyuntura, de emergencia. Son importantísimas y las tenemos que valorar, pero no atacan las cuestiones estructurales de fondo”, consideró.

En ese sentido, recordó que el abastecimiento de los alimentos se realiza por vía terrestre, con un alto costo no sólo económico, por el consumo elevado de combustible, sino ambiental. “Estamos contaminando al medio y esto significa tomar medidas estructurales que no son fáciles de tomar”, dijo como “extender las ramas ferroviarias, reponer los puertos y la marina mercante que nos robó el neoliberalismo y que nos frustró tanto en nuestro desarrollo”.

Autosuficiencia

Gorban enfatizó la necesidad de lograr la autosuficiencia alimentaria “municipio por municipio, pueblo por pueblo, región por región”, de manera que las comunidades no tengan que esperar la leche que se produce a decenas o cientos de kilómetros sino que tengan su propio tambo, y que “no estén rodeados por barrios privados sino por huertas, quintas y chacras, que resuelvan el abastecimiento de la alimentación de esa población”.

Para Gorban, ello “es todo un desafío, pero es posible lograrlo”. Y hay proyectos. “Por primera vez en nuestra legislatura empiezan a aparecer propuestas para modificar esta situación, proyectos de acceso a la tierra, no es tan difícil, comenzar por el Catastro.

¿Cuántas tierras inútiles hay que pueden transformarse en huertas comunitarias, en pequeñas chacras y pueden ayudar. Al mismo tiempo son fuentes de trabajo para descomprimir las megaciudades por un lado, y las villas miserias por el otro, pobladas por los campesinos desalojados de sus tierras y que han venido desde los cuatro puntos de nuestro país. Se trata de sembrar pueblos y ciudades por millones en este vasto territorio vasto”.

La especialista observó con preocupación que “en tiempos electorales, vemos que en las plataformas de los partidos políticos no existe la problemática alimentaria y este es el problema de los problemas”.

“No es común que un país productor de alimentos tenga población con hambre. Entonces acá se dan de patadas dos conceptos: por un lado se da una realidad que es el 42% de pobreza, 60% de niños pobres. Pero por el otro, decimos: podemos alimentar a 400 millones de personas. No sé cómo calificar esta frase. No es real. Lo que estamos produciendo son commodities. No hay país en el mundo que pueda decir: acá tenemos un millón de hectáreas en manos de una sola persona, sociedad o grupo. Acá la tierra está concentrada en pocas manos y mantiene esa condición feudal desde nuestro nacimiento como nación soberana”.

“Al mismo tiempo, en las últimas décadas se nos sumó el monocultivo de commodities, porque priorizamos desde que nacimos, la exportación sobre el mercado interno”, dijo. Y consideró que diversificar la exportación “podría ser mucho más redituable, y a la vez salvar y proteger economías regionales y nuestras tierras, porque está demostrado que este modelo hegemónico de producción sobre la base de venenos y agroquímicos contamina el suelo, el aire, la tierra, los ríos y a nosotros. Esta es una problemática que hay que analizar, porque además este modo hegemónico de producción significa la producción en extensión, la extensión de la frontera agrícola”, advirtió.

Es que “esta producción de granos solamente se daba en lo que se llamaba la nueva llanura pampeana. Hoy esto se ha corrido y está llegando hasta el límite de nuestro país y esto significa a su vez arrasar con la selva virgen, con nuestros bosques, disminuir y ahora mismo en plena pandemia 50 mil hectáreas de bosques han sido arrasados. Significa entrar en este círculo vicioso de inundación-sequía y viceversa, significa no arrasar tierras vacías, sino ciudades, pueblos, significa arrasar la riqueza construida por nosotros mismos”.

La nutricionista planteó entonces: “¿Es necesario o no planificar una alimentación diversa, soberana, de las características que cada lugar tiene? Creo que este es un planteo necesario, que parte del acceso a la tierra, de la conciencia que cada uno de nosotros tengamos del valor del alimento vinculado a la cuestión de la salud y cuando hablamos de pobreza, un país que produce alimentos no puede tener una porción muy importante de su población con hambre”.

Para colmo, “los alimentos son cada vez más caros y los salarios congelados en un momento de crisis como el que estamos viviendo”. Esta “distonía no se resuelve con medidas parciales o de emergencia sino metiendo el bisturí a fondo, hay que meter a mano en el bolsillo de los saqueadores”.

Diputados discute la ley de agroecología. “Ello no es obra de la casualidad, porque en el camino fuimos aprendiendo que hay otra forma de producir, tenemos que ir detrás de políticas públicas que hagan que el tema de la alimentación pase a un plano prioritario, pero sobre la base de modificar las estructuras que realmente nos hagan soberanos y autónomos”.

Fuente: AGROCLAVE

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