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4 de julio de 2021

En Rosario 30 hoteles permanecen cerrados por falta de gente

Sus dueños aguardan que retorne la normalidad reduciendo gastos. Unos 10 se desmantelaron o mutaron a otros usos. Antes de la pandemia eran 200.

Se hizo difícil sobrevivir para muchos hoteles en el marco de la pandemia, uno de los rubros más golpeados por las restricciones, la caída en la circulación de personas y por ende del turismo, y unos 10 de un total de 200 ya tuvieron que cerrar sus puertas definitivamente en Rosario. Pero hay más de 30, de distintos niveles y categoría, que están sin operación con las persianas cerradas. Solo esperan que retorne una nueva normalidad que les permita volver a evaluar qué camino seguir, si se quedan en el rubro o exploran otro horizonte para el inmueble.

Se trata de establecimientos cuyos dueños, tapados por los pasivos y la incertidumbre, decidieron desensillar hasta que aclareEstán cerrados como hotel para achicar gastos fijos, pero siguen endeudándose: eliminaron los costos variables, pero los fijos siguen corriendo porque pagan alquiler y la tasa general de inmuebles, salarios (aunque por acuerdo con el gremio, lo hacen al 75 por ciento) y los trabajadores están parados con la incertidumbre de que se pueden quedar sin trabajo si la empresa se disuelve.

Se supone que tienen la visión de que la pandemia pase y se reactive la circulación para reiniciar actividades, pero el paso del tiempo complica el estado de los edificios, estructuras enormes que deberán tener un lavado de cara importante cuando vuelvan a abrir para tapar filtraciones, poner a punto calderas y bombas, y mantener el amoblamiento, la ropa de cama y los colchones, entre otros bienes.

Foto: Celina Mutti Lovera

Foto: Celina Mutti Lovera

 

La ocupación de los alojamientos es muy baja en la actualidad y se ubica entre el 5 y el 10 por ciento mensual. Pero con esos números, los hoteleros dicen que no pagan ni los salarios de los trabajadores. En febrero, durante los feriados de carnaval, donde no había tantas restricciones, hubo un respiro y llegaron a un promedio de 30 por ciento, en medio de un mes flojo, que se repitió con menos fuerza en la otra ventana de Semana Santa. Pero ese oxígeno se perdió el último fin de semana largo del 20 de junio por el endurecimiento de las restricciones. "Fue un vaso de agua después de meses de sed, con un año 2020 parado totalmente, sin ningún movimiento", manifestó el referente de la Asociación Empresaria Hotelero Gastronómica (Aehgar), Ariel Fernáldez.

Supervivencia

¿Cómo sobrevive el resto? Algunos mutaron de rubro. En primer lugar, las infraestructuras que se han construido para hoteles han requerido toda una inversión y tienen características específicas que complican el uso habitacional. La mayoría tiene servicios centrales, no individuales, como gas y calefacción, por lo que no es sencilla la salida de particionar el establecimiento en distintas unidades para rentarlas.

Uno se hizo pensión, pero deberá tramitar la habilitación correspondiente. Otros tomaron huéspedes mensualizados, personas sin garantías que no quieren o pueden pagar comisión ni contrato de alquiler, como algún divorciado. Pero las habitaciones no tienen cocina, lo que encarece la estadía, y el propietario tiene que prender una caldera enorme para solo 3 o 4 habitaciones ocupadas. "Nadie se queda a vivir en un hotel", dice el referente.

Otros pensaron en hacer oficinas temporarias, como coworking o un tiempo compartido de oficina. Son lugares que tienen un servicio central de secretaria que atiende los teléfonos y recibe las correspondencias, y en el cual las empresas o profesionales lo usan de domicilio fiscal. Hay una ocupación parcial en determinados horarios, algunas veces por semana. El problema de esta salida, que tiene una experiencia en la zona céntrica sobre calle Santa Fe, es que la demanda ha sido baja porque los hoteles adaptados no tienen todos los servicios, no son oficinas y el teletrabajo cambió el modo de organización.

Foto: Celina Mutti Lovera

Foto: Celina Mutti Lovera

 

"Reconvertirse es un manotazo de ahogado, porque solo tenés un edificio de hospedaje. Hoy por más creatividad que tengas, hay una inviabilidad que te lo da la misma norma. Las reconversiones de varios hoteles han sido para subsistir y tener un ingreso. Si no tengo plata para mantenerlo, ¿cómo hago para inyectarle una inversión y reconvertirlo en otra cosa?", reflexionó el hotelero y aclaró que "el edificio está preparado para una cosa, no para otra. Y necesitás nuevas habilitaciones".

La pandemia reafirmó la crisis del sector, porque al no haber gente, no hay turismo. Algunos están esperando que pase para reabrir y otros piensan la reconversión, pero no es viable. Por último, están los dueños que ya no le ven perspectiva porque el inmueble está desactualizado y requiere una inversión muy grande para ponerlo en mercado, y piensan en vender e irse del rubro. De hecho, uno de los empresarios rosarinos cerró el hotel y puso una distribuidora mayorista de fiambre y quesos.

Las opciones son que demuelan la estructura y hagan un edificio de viviendas, o tal vez una playa de estacionamiento más grande. En Ovidio Lagos, entre San Lorenzo y Urquiza, el hotel Viena está cerrado y en proceso de desmantelamiento, y mientras tanto los propietarios alquilan la cochera a los vecinos de la zona, porque por lo visto es más rentable alquilarle al barrio que mantenerlo. Toda una postal de un sector que está en terapia intensiva y no sobrevive mucho tiempo más ni con respirador.

Los desafíos para la vuelta

Teniendo en cuenta que el desafío es esperar que se permita la circulación, y luego ver cómo será la nueva estructura de paseo, de turismo y de estudio, aparecen otros interrogantes. Rosario era característica por recibir visitantes en escapadas los fines de semana, sobre todo largos, por la cercanía del AMBA: el 70 por ciento de la población del país vive a 400 kilómetros o menos de la ciudad.

Además, estuvo en el podio de las tres más elegidas para congresos porque es amigable, de fácil circulación, y todas las atracciones y lugares de reunión están a pasos. "Nada de eso existe en este momento", apunta Gustavo Gardebled, vicepresidente primero de Asociación Empresaria Hotelero Gastronómica (Aehgar).

Foto: Celina Mutti Lovera

Foto: Celina Mutti Lovera

 

Las conexiones internacionales directas a Chile, Perú y Brasil hacía que algunos turistas iniciaran su viaje en Rosario antes de ir a Buenos Aires. Todo eso está nulo y no hay perspectivas. El turismo médico de personas que se hacen cirugías, y los 3 mil estudiantes extranjeros que viven en la ciudad son otra incógnita.

"Mientras tanto vamos acumulando pasivos, los ingresos no alcanzan para todas las erogaciones. De vez en cuando la estructura explota y se siguen perdiendo puestos de trabajo y emprendimientos que demostraron ser útiles y necesarios. Se han recurrido a ahorros, a reservas y en algún momento se dejaron de pagar algunas cosas", grafica Gardebled.

En cuanto a las ayudas, a nivel provincial los inmuebles afectados por la pandemia han tenido exenciones del impuesto inmobiliario, aunque no han corrido con la misma suerte a nivel municipal con la tasa general de inmuebles. En cuanto a los servicios, la Empresa Provincial de la Energía eliminó el cobro de la potencia constante y solo pagan el consumo del mes, y Aguas Santafesinas hizo un descuento del 70 por ciento a los que pagan por superficie.

A nivel nacional perciben el Repro, que son 22 mil pesos por empleado, aunque hay que cumplir una serie de condiciones y se redujo la cantidad de aportes por leyes sociales. En tanto, en acuerdo con el sindicato, el personal que no trabaja cobra el 75 por ciento, y la provincia agregó recientemente 10 mil pesos por trabajador. "Pero si bien estamos agradecidos, no alcanza", manifestó el representante de Ahegar.
Fuente: La Capital

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