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PANDEMIA

27 de octubre de 2020

Era médica terapista, tenía 65 años, murió de coronavirus y su familia no pudo despedirla

Isabel Anchaise era personal del Sanatorio Güemes de Rosario. Su familia pide que se tome conciencia sobre el peligro que implica la pandemia.

Isabel Anchaise tenía más de 65 años, pero no quiso dejar de trabajar. Era médica terapista en el Sanatorio Güemes, donde estuvo hasta el día que tuvo los primeros síntomas de Covid. Se había comprado con la ayuda de su familia todos los elementos de seguridad y "quería cuidar a su familia" porque su marido es diabético, cuenta su hijo César, también médico. Hace poco más de un mes fue a la guardia del Sanatorio de la Mujer porque no se sentía bien y quedó internada.

El resto de la familia transitó el virus en su domicilio y con cuadros leves, pero Isabel pasó más de un mes en terapia intensiva con una neumonía bilateral, la principal complicación del coronavirus. Y cuando en el sanatorio estaban evaluando permitir a alguno de sus hijos ingresar a verla, falleció. No pudieron verla, ni velarla, y apenas si asistieron de lejos su entierro. “Que la gente tome conciencia, eso queremos y que a nadie más les pase lo que a nuestra mamá”, dicen César y Alejandra, dos de sus cuatro hijos.

Isabel se había recibido de médica en la Universidad Nacional de Rosario (UNR), era terapista y gerontóloga. Llevaba 20 años trabajando en el Sanatorio Güemes, donde la encontró el inicio del aislamiento, preocupada sobre todo por su esposo de 75 años y con comorbilidades, su hijo médico y su hija embarazada.

“Ella siempre se cuidó. Desde el comienzo, empezó a prepararse y a leer más, a educarse sobre el virus que no conocía y cuando se instruyó se le fue el miedo”, dicen sus hijos del otro lado del teléfono. Sin embargo, admiten que ella les transmitió cierta angustia por la situación.

   

Les contaba que no tenían en el sanatorio todos los elementos necesarios para el cuidado, así ella misma se compró su propia máscara y sus mamelucos, relató que faltaban barbijos quirúrgicos en el área de cuidados intensivos e incluso guantes esterilizados.

Por eso mismo, sus compañeros se enfermaban, cada vez más con el paso de los meses. “Estaba cansada, cada vez veíamos que tenía que cumplir más guardias, más días y no solo las que le correspondían a ella en sus turnos”, indicaron, señalando otras de las causas del cansancio, estrés y angustia que sobrellevó sobre todo desde mediados de año.

El contagio

Pese a sostener los cuidados, e incluso en plena pandemia había sido parte del nacimiento de su segundo nieto, Isabel no pudo evitar el contagio. El primer síntoma lo sintió en su casa, una noche antes de cenar, y se fue sola a hacerse a atender al Sanatorio de la Mujer.

“Nunca volvió”, dice su hija Alejandra. Es que su cuadro requería internación. Esa misma noche la hisoparon y a las 24 horas le dieron el resultado positivo. Era la primera prueba que se hacía, ya que en sanatorio donde trabajaba nunca tampoco le habían realizados testeos serológicos, como los que se llevan adelante a los médicos en otros centros de salud.

   

El contacto estrecho con su esposo y con sus dos hijos convivientes, hicieron que toda la familia atravesara el Covid. “Ella fue el foco, pero la enfermedad la tuvimos todos”, dice su hijo que trabaja en el Sanatorio Zona Norte como médico clínico.

Sin embargo, solo Isabel requirió internación. Estuvo un mes en terapia intensiva por una neumonía bilateral, con respirador artificial. Ya pasadas casi las cuatro semanas y ante la gravedad del cuadro, los hijos comenzaron a gestionar la posibilidad de verla. “Aunque sea para despedirnos”, dice Alejandra.

A César estaba claro que no lo dejarían ingresar por ser médico. “No me permitían llegar ni siquiera a menos de cien metros del sanatorio”, cuenta. Sin embargo, estaban viendo la posibilidad de que alguno de sus otros tres hijos, la vieran. No llegaron porque Isabel falleció.

“Ya no tenía el virus, pero el certificado de defunción dice paciente Covid, así que no nos dejaron tampoco verla después ni velarla _señalan_. Y vimos el cajón de lejos en el entierro”.

Tomar conciencia

Tras la muerte de Isabel, su familia nos busca más que “hacer que la gente tome conciencia”. Así como los médicos y profesionales de la salud vienen bregando desde hace semanas, por poner nombres, apellidos, caras e historias a los muertos por coronavirus, los hijos de Isabel quisieron contar la de su mamá.

“Como médico entiendo lo que es un virus, sé que no hay vacuna ni cura, que unos la pasan no tal mal y otros perdemos mucho. Por eso, lo que buscamos sobre todo que se entienda que hay cosas que se pueden hacer, y esas cosas es lograr conciencia social para cuidarnos y cuidar a los demás”, concluyó César.

Fuente:La Capital

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