La educación agraria se enfoca hacia las nuevas tecnologías
Ante el advenimiento de las nuevas tecnologías, el campo viene demandando mano de obra cada vez más calificada. Agricultura de precisión, drones, digitalización, apps, agtech, robotización, biocombustibles, solo para poner algunos ejemplos, son desarrollos que ya están disponibles y que se requiere de gente capacitada para poder dominarlos. Sin embargo, un problema que se viene profundizando en el sector agropecuario es la falta de mano de obra y menos aún, personal capacitado.
Ante este contexto, las escuelas agrotécnicas vienen siendo un soporte fundamental para que muchos chicos puedan insertarse en este mundo laboral cada vez más complejo.
En la Argentina, según datos Registro Federal de instituciones de Educación Técnico Profesional (RFIETP), hay 11.686 escuelas media. Y solo 521 (436 de gestión estatal y 85 privadas) son agrotécnicas, casi un 5%. En 2017, la cantidad de chicos matriculados en esta espeficidad era de 105.653 (88.917 en estatal y 16.736 privadas).
La producción de cerdos es uno de los talleres en el Colegio Agropecuario de Realicó.
Del total de escuelas agrotécnicas, el 24% se encuentran en Buenos Aires, el 14% en Córdoba, el 5% en Santa Fe, 6% en Entre Ríos 5% en Mendoza, 6% en Corrientes y 1,3% en La Pampa, para nombrar zonas agropecuarias representativas con diversas producciones.
Puntualmente, en La Pampa hay ubicadas solo 7 escuelas. Una de ellas es el Colegio Agropecuario de Realicó. El establecimiento, que fue fundado en 1971 por la Fundación Sociedad Rural Argentina, cuenta con una superficie de 968 hectáreas de las cuales 70 son destinadas a entornos formativos de los alumnos para aprender sobre cunicultura, avicultura, industrias agropecuarias (elaboración de dulces), carnicerías (faena, deposte elaboración de chacinados), industrias lácteras, vivero, huerta, apicultura, porcinos, y cría artificial de terneros, entre otras temáticas. Y también, integrado a las materias básicas de la escuela media. Ya 519 alumnos egresaron del establecimiento.
“El sector agropecuario no está exento de lo que ocurre en todas las actividades productivas donde hay una permanente incorporación de tecnología y de gente capacitada para poder manejar las diferentes tecnologías”, indicó Fernando Canosa, director de Educación de la Sociedad Rural Argentina. “Hoy, más que nunca, es muy importante la escuela rural y la tecnicatura agropecuaria porque cada vez tiene mayor demanda”, sintetizó.
La producción de distintos dulces es otro de los talleres en el Colegio Agropecuario de Realicó.
En este sentido, Canosa destacó que la inscripción a la matricula de la escuela de Realicó venía cayendo, pero en los últimos años volvió a crecer la cantidad de chicos anotados.
“En la década del 90 toda la educación técnica tuvo un fuerte retroceso porque fue política del gobierno destruirlas. Y las escuelas agrotécnicas cayeron dentro del mismo patrón. Luego, en los últimos años a las escuelas técnicas se le volvió a dar importancia pero a las de perfil agropecuario fueron discriminadas porque no eran de interés”, narró haciendo alusión a la década kirchnerista.
Según el director de Educación de la SRA, el gran cambio que hubo en los últimos años es la incorporación del 7º año en las escuelas agrotécnicas. Y lo comparó con la residencia de los médicos ya que los alumnos tienen un alto contenido de prácticas donde hacen pasantías en campos en diferentes regiones y en empresas. Y aparte de esto, tienen que desarrollar un proyecto didáctico productivo para conocer las condiciones laborales, posibilidades crediticias que tienen, burocracia, etc. “El objetivo es que puedan producir”, agregó.
Trabajo en la huerta en la Escuela Agraria de Cazón (Saladillo).
Para ejemplificar, Canosa se tomó como autoreferencia. Según narró el referente, estudió en la década del 70 en la Facultad de Agronomía y en aquellos tiempos no existía la siembra de soja como cultivo masivo pero la capacitación que le dieron permitió que el día que aparecieran nuevas tecnologías esté en condiciones de incorporarlas. “A través de la educación se enseña a pensar y a conocer dónde buscar información. El alumno tiene que ser una esponja que esté en condiciones de absorber toda aquella nueva tecnología que se va acelerando porque todos los días sale algo nuevo”, consideró.
Con este enfoque, Canosa aseguró que es complicado poder incorporar tecnologías caras por los problemas de financiamiento y políticos. Pero sí destacó que en la escuela de Realicó hay paneles solares para captar energía y también tienen manejo de la basura de manera tal que todo lo orgánico se transforme en fertilizante (economía circular).
Hablando de inversiones, en la Escuela Agrotécnica Salesiana “Carlos M. Casares” ubicada en Del Valle, perteneciente al partido bonaerense de 25 de Mayo, que inauguró recientemente un biodigestor que va a funcionar con los desechos de la producción tambera, avícola, porcina y del suero de la industria láctea, todas actividades que se realizan dentro del propio establecimiento. Este biodigestor se utilizará para generar gas con el objetivo de proveer agua caliente y calefaccionar los ambientes.
Y más allá de su uso, el colegio incorporó estos contenidos específicos en varias materias que cursan los alumnos. Y además, como parte de las prácticas y procesos formativos, se abarcan cuestiones más técnicas para el correcto funcionamiento del biodigestor.
El biodigestor se inauguró recientemente en la Escuela Agrotécnica Salesiana de Del Valle, en 25 de Mayo.
“Para que haya escuelas secundarias agrarias, tiene que haber un semillero de escuelas primarias. Son complementarias”, comenzó explicando Verónica Torassa, perteneciente al Proyecto ProMeCer (Mejoremos la Calidad de la Educación Rural), una organización que hace 14 años que está en funcionamiento.
“Tenemos la desesperada necesidad de la tecnología para mayor conectividad con el fin de que los chicos puedan salir al mundo y puedan entender todas las tecnologías”, agregó En este sentido, hizo referencia específicamente a la conectividad, que es un factor de expulsión para las personas del campo.
“Es un circulo virtuoso, porque en la medida en que no haya servicio de educación y salud, la gente se va de ese lugar. Y si no hay gente viviendo en el campo, se rompe la familia. El hombre se queda trabajando en el campo y la mujer se va a la ciudad”, explicó Torassa.
Por último, Agustín Asteazarán, quien se encargaba del Entorno Formativo de Campo y ahora es preceptor residente de la Escuela de Educación Secundaria Agraria de Cazón, partido de Saladillo, contó más detalles de lo que los chicos buscan del colegio. “Últimamente, los chicos que vienen con alguna relación con el campo están más metidos, pidiendo hacer cosas, sobre todo el chico que queda como residente. Pero también hay chicos que vienen de la ciudad que de a poco se van interiorizando”, relató.
Por consiguiente, aseguró que la mayoría de los alumnos piensan seguir en la actividad y algunos ya piensan continuar estudiando en la universidad.
Y dio una información clave. En el 2018 se tuvo que desdoblar primer año por la cantidad inusual de alumnos y este año ya quedaron chicos afuera.
Un dato esperanzador. Que el sector debe aprovechar.
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