17 de junio de 2017
Copa Confederaciones: comienza el torneo que refleja los sueños rotos de la selección
El certamen reúne a ocho equipos en cuatro ciudades que el año próximo recibirán el Mundial; la Argentina tuvo dos chances de jugar este certamen, pero las perdió en las finales de Brasil 2014 y Chile 2015
SAN PETERSBURGO, Rusia .- Es más que una paradoja: Jorge Sampaoli , el hombre que está reseteando a la Argentina para que no se quede fuera del Mundial, es uno de los grandes responsables de que ese reseteo sea más complejo, de que la selección tenga menos partidos y entrenamientos de los que podría haber tenido. Increíble, pero real. El Sampaoli de hace dos años boicoteó, lógicamente sin saberlo, al Sampaoli del futuro, al de hoy.
¿Cómo? Al dirigir a Chile a la victoria en penales sobre la Argentina en la final de la Copa América 2015, Sampaoli clasificó a los trasandinos para la Copa Confederaciones e impidió que la selección de Lionel Messi esté en estos días en Rusia. Si Gonzalo Higuaín no hubiera fallado su penal, si Claudio Bravo no hubiera atajado el de Ever Banega. La historia podría haber sido diferente, sí, porque además había habido una primera oportunidad un año antes en la final del Mundial.
¿Y si Higuaín no fallaba frente a Neuer? ¿Y si Rodrigo Palacio veía que era "por abajo"? ¿Y si Messi no se quedaba sin pólvora en un tiro y una posición en el que tantas veces se lo vio sacudir las redes?
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Preguntas y preguntas. Si las cosas hubieran sido diferentes, la Argentina habría probablemente ganado el Mundial en el Maracaná, un logro de dimensiones siderales que estuvo muy cerca. y se escapó.
La historia, al final, fue la que fue y es la que es. Y por eso es que la Copa Confederaciones, que es para cualquier selección el mejor modo posible de preparar un Mundial, comenzará mañana con Chile y Alemania y sin la Argentina. Por eso es, también, que Messi se casa el 30 de este mes. De haberse clasificado para la Confederaciones habría tenido que, probablemente, negociar otra fecha con Antonella.
Es, la Confederaciones, un torneo difuminado para la selección. La única vez que la ganó, en 1992, tenía otro nombre, Copa Rey Fahd, y de la última vez que jugó la final no hay precisamente un buen recuerdo: derrota por goleada de 4-1 ante Brasil. Asunto lejano para el aficionado argentino, lo que suceda en los próximos 16 días en Rusia será sin embargo importante para la selección, a la que le vendrá bien procesar toda la información que ofrecerá el torneo.
A Chile, Portugal, Camerún, Australia, México y Nueva Zelanda -los seis campeones continentales- se les sumarán Alemania -campeona mundial- y Rusia, anfitriona. Si el Mundial se jugará en 11 ciudades y 12 estadios, la Confederaciones se reducirá a cuatro -Moscú, San Petersburgo, Sochi y Kazán-, todas ellas sedes dentro de 12 meses.
¿Y a quién le importa la Copa Confederaciones?, podría plantear legítimamente cualquier seguidor del fútbol. Un torneo de escasa historia y prestigio deportivo. ¿Cuál es el problema con que la Argentina no la juegue?
Sí, es un problema y una verdadera pena que la Argentina no esté. La Confederaciones es oro en polvo para cualquier seleccionador, que a un año del Mundial puede contar con todo el grupo y entrenar durante tres semanas, medirse a rivales de buen o gran nivel y conocer el clima, ciudades, estadios, hoteles y organización que conformarán el microcosmos en el que un año después se jugará todo. La reciente gira por Australia y Singapur no se compara con lo que es reunir a toda la selección durante tres semanas para un torneo oficial.
Así, con la Argentina de vacaciones y lejos de Rusia, el Chile de Juan Antonio Pizzi representará a la Conmebol y compartirá grupo con Alemania, Australia y Camerún. El otro grupo reúne a Rusia, Portugal, México y Nueva Zelanda.
La estrella del torneo es, lógicamente, el portugués Cristiano Ronaldo, al que si le va bien en el torneo sumará más argumentos para distanciarse en la carrera por el Balón de Oro con Messi.
Y la duda abierta es cómo recibirán los rusos un torneo que les anticipa el Mundial. Hasta ahora se vendieron dos tercios de las entradas disponibles, pero el aparato del Estado movilizará todos sus recursos para que los estadios se vean impecables y no exhiban vacíos excesivos. Lo hará ya desde mañana, con el presidente Vladimir Putin en la tribuna de honor del estadio del Zenit de San Petersburgo, la ciudad sede de la apertura y la final de un torneo en el que, si se quiere ganar el Mundial, siempre conviene estar.
FUENTE: LA NACION
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