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OPINIÓN

12 de enero de 2020

Buscando un símbolo de paz

Claves. La crisis en Seguridad ya se llevó puesta a la cúpula policial rosarina, designada en este gobierno. Treinta días es poco tiempo para un balance en el resto de la gestión, pero hacen falta respuestas inmediatas en orden público.

Treinta días es muy poco tiempo para hacer un balance de gestión. Pero los primeros treinta días sirven, y mucho, para que el gobernador Omar Perotti compruebe qué anda bien, qué anda mal. Y lo que ni siquiera arrancó.

La decisión de integrar un gabinete con ministros que, en su gran mayoría, ya pasaron por la burocracia del Estado tiene aspectos a favor y en contra. El valor de lo probado permite no arriesgar, pero la ausencia de frescura corre el riesgo de encapsular a los gobernantes en sus zonas de confort. La situación de crisis amerita que los funcionarios caminen, observen, comparen. Hablen y escuchen.

Lo peor del inicio de la gestión peronista es lo mismo que constituyó lo peor durante los doce años de gestiones del Frente Progresista: la seguridad. La crisis en ese rubro es mayúscula, y no hay que esmerarse mucho en reforzar la crítica. Si uno lee con detenimiento los dichos de Víctor Sarnaglia llegará a la conclusión de que tiene internalizada las carencias. Y siempre eso es bueno.

   

 

Y más empírico todavía, como siempre, resultan los datos. En los primeros ocho días del año hubo en Rosario y zona doce homicidios. Uno más que los que se produjeron en todo enero de 2019, cuando fueron once en el Departamento Rosario. La crisis se llevó puesta a la cúpula de la policía local.

El tiempo es veloz

No es un tema menor que le vaya mal en seguridad al nuevo gobierno. Perotti llegó al poder de la mano de una consigna que los santafesinos internalizaron como propia: "Orden y paz". No hay ni lo uno ni lo otro, pero hay que darle un tiempo de espera al gobernador para que pueda tener mejores resultados.

Nadie va a desfallecer porque los sueldos se paguen un par de días después de lo que venía siendo una habitualidad. Pero sí los rosarinos están hartos de la inseguridad, de la ausencia de presencia policial, de las balaceras. Por eso perdió Antonio Bonfatti y, por eso, Pablo Javkin le ganó la interna al socialismo. Ahí no hay tiempo que esperar.

Más tarde o más temprano, Santa Fe se recupera de los vaivenes económicos. No en vano todos los gobernadores, desde Carlos Reutemann a Miguel Lifschitz, se fueron con altos índices de aprobación. La economía, con sus menos, es desvalorada como una acción nacional. Tiene más que ver con la Casa Rosada que con la Casa Gris.

Perotti sabe que, hoy por hoy, Alberto Fernández tiene una prioridad: negociar la deuda. Negociar con los organismos y los acreedores financieros. Las provincias pueden esperar, y si son ricas deben esperar más. Lo dijo el presidente de la Nación cuando estuvo en Santa Fe capital, en la asunción del rafaelino.

Pese a ese escenario de carencias, la semana entrante estará en la bota el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, presentando la tarjeta alimentaria, que llegará a cien mil personas. En la Casa Gris se aguarda ese evento como el más trascendente desde que Perotti se calzó la banda. El barco, que el gobernador maniobra para poner en U, tendrá su primera salida.

El otro problema que el gobierno tuvo hasta ahora pasó por la política. No midió bien las acciones y el proyecto de emergencia no pasó el filtro de Diputados. Sin el concurso de la oposición, se repite, el oficialismo no podrá aprobar ni un proyecto de declaración sobre la paz en el mundo.

"Tenemos que hablar con los diputados radicales, hay que ir por ahí", reiteró, ayer a LaCapital un funcionario de la primera línea. El intento del gobierno será intentar quebrar la relación entre socialistas y radicales, como algunas veces lo logró el socialismo en el vínculo con algunos senadores peronistas.

El peronismo necesita dos cosas: quebrar al Frente Progresista y mantener afuera de la órbita de esa coalición a Cambiemos. La historia reciente ha dado cuenta de una realidad política crucial en Santa Fe: si el no peronismo se divide, el PJ canta victoria.

Lifschitz lo sabe y, por eso, intentará plasmar una realidad diferente de cara al futuro. Pero lo que más sabe el socialismo es que deberá mantener en pie la alianza con la UCR. Y evitar una reforma constitucional.

Esa situación de mayoría en la Cámara baja extrema las necesidades de Perotti. Por eso, Lifschitz no salió aún a contestarle al gobernador. Espera que esa cita literaria que sugiere que "de los laberintos se sale por arriba" se traduzca en un encuentro con su sucesor. En una entrevista que LaCapital publica hoy con la ministra Silvina Frana, la funcionaria admite la necesidad de contar con una ley de emergencia, y se muestra a favor del deshielo en la relación tan histérica de oficialismo y oposición.

Desde esta columna se alertó durante todo el proceso de la transición sobre los riesgos de escalar las tensiones. Desde el 16 de junio hasta el fin de la transición pasaron seis meses, Lifschitz y Perotti no se mostraron nunca juntos y todo voló por los aires casi dos meses antes del traspaso del poder.

Las consecuencias negativas de la relación están a la vista. Es el peor vínculo entre oficialismo y oposición de todas las provincias y, en verdad, nadie sabe cómo seguirá cuando marzo se haga presente. A sólo 30 días de haber asumido el nuevo gobierno, Lifschitz ya llevó a la Justicia a Saín, la Legislatura rechazó la emergencia y Perotti acusó a su antecesor de haber dejado la caja vacía.

Santa Fe necesita un símbolo de paz.

 

La Capital

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