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OPINIÓN

8 de julio de 2019

Barajar y dar de nuevo

Claves. Perotti y Javkin deberán construir sus propias mayorías internas. Lifschitz se juega el futuro en el último semestre de su gestión. No será neutral para nadie un triunfo de Macri o de Fernández.

En la política santafesina habrá que barajar y dar de nuevo. Aunque, por ahora y hasta dentro de cinco meses, la foto no se terminará de convertir en película. Es el tiempo de la transición.

Miguel Lifschitz sabe que los últimos seis meses de un gobierno que se va son claves no solamente para evitar una salida traumática, sino para el futuro inmediato. La gente recuerda más vívidamente el último semestre, eso es lo que queda, al margen de subas y bajas en el orden de prelación del almanaque de cuatro años.

Para evitar convertirse en pato rengo, deberá mantener ajustadas las clavijas hasta el último día de su mandato, fundamentalmente en el tema seguridad. Evitar los desbandes, las zonas neblinosas de la transición. Algo de eso les dijo el gobernador a su gabinete. Se verá en el decurso de las semanas si lo logra.

El peronismo, está claro, no querrá involucrarse antes del 10 diciembre en la tarea de gobernar, pero va a intentar condicionar todo lo que pueda el margen de maniobra del oficialismo. Cuando se cambia de ciclo político —lo hizo Hermes Binner cuando asumió en la Casa Gris, tras doce años de gobiernos peronistas— los que vienen justifican un buen tiempo los problemas ajenos —y los propios— hablando de "la herencia recibida".

Juego de intereses

Eso fue a buscar la misión peronista a la Casa Gris a la hora de reunirse con el ministro de Gobierno, Pablo Farías. "Mire ministro, nobleza obliga, nosotros vamos a ordenar una auditoría de corte a la Auditoría General de la Nación para saber con lo que nos encontramos", le dijo el ultraperottista, Roberto Mirabella a Farias.

Curiosamente, en las cinco páginas, formato PDF, del pliego de requerimientos que le hace Omar Perotti a Lifschitz no aparece ni una sola mención al tema de la seguridad, el único y triunfante tigre de papel que el rafaelino utilizó en la campaña. El que le sirvió para ganar las elecciones, con su ajustado leit motiv: "Orden y paz", una creación de campaña de Ramiro Agulla, otro ganador de la partida.

La seguridad pública será el principal objetivo a cumplir por Perotti. Por eso se lo votó mayoritariamente el 16 de junio pasado, y por eso pidió el apoyo popular. Desde diciembre próximo tendrá que comenzar con la devolución y, para eso, deberá tener a los mejores cuadros en el área que, durante los gobiernos peronistas, no estuvo representada por un Ministerio de Seguridad.

El que llevó adelante la gestión durante el último mandato de Jorge Obeid fue Roberto Rosúa, a cargo del Ministerio de Gobierno. Y en los tiempos de Carlos Reutemann, lo que existía era una Secretaría de Seguridad. Hoy, la seguridad es la principal exigencia de los santafesinos y, particularmente, de los rosarinos. Por eso, llama la atención que no haya estado en el pliego de pedidos.

En algún momento, desde el Ejecutivo pretendieron que Perotti conforme una comisión que interactúe con Maximiliano Pullaro, algo que, por supuesto, no fue contemplado. Así como Lifschitz no quiere dejar de gobernar antes de tiempo, los peronistas no quieren comenzar a gobernar antes del mismo tiempo. De manual.

Perotti y Pablo Javkin tienen un mismo desafío por delante: construir mayorías propias. El perottismo, hasta aquí, no fue más que una constelación de dirigentes, encabezado por Mirabella, coterráneo de Perotti. Ahora, se querrán sumar nuevas voluntades. Y aparecerán los amigos del campeón.

El mandatario electo deberá construir su propia mayoría a la par que lleve adelante su gestión, que le aumente músculo para acolchonar los pedidos del kirchnerismo y del resto del peronismo a la hora de repartir las cuotas de poder.

"A ellos ya les dimos las listas legislativas, no pueden presionar por nada. Hay que bancar a Omar, porque lo que se vienen son años difíciles en materia económica y social", le dijo, el jueves, un senador a LaCapital .

El intendente electo de Rosario también tiene por delante la necesidad política de construir una mayoría propia que no lo deje a merced del socialismo. Esa será la tarea futura de Javkin, quien tiene por delante una obligación más urgente: ir craneando la formación de lo que será su gabinete. En el mientras tanto, el concejal tiene dos colaboradores estrechos: Nicolás Gianelloni y Gustavo Zignago.

El regreso de muchos funcionarios actuales de la provincia a la ciudad tiene un aspecto bueno para Javkin, porque entre el centenar de agentes hay cuadros técnicos muy capacitados. No todo es una mala noticia para la ciudad, pese a la cuestión cuantitativa del desembarco.

Al igual que Perotti —vaya coincidencia transversal— el principal desafío de Javkin será cumplir con su promesa de "orden, orden y orden". Esa decisión es correcta. La ausencia de orden urbano y la inseguridad explican mejor que nada, también, la derrota del socialismo local. O la victoria de Javkin

De cómo le vaya a Javkin dependerá el futuro del progresismo en la ciudad. Pero el rosarino, no sólo vive de progresismo declamado. Quiere seguridad, orden y paz. Cada época tiene sus prioridades.

Para el socialismo y el peronismo empieza una nueva etapa. La caída socialista y el triunfo peronista los obliga a barajar y dar de nuevo, a acariciar nuevos liderazgos internos y a recoger los heridos de las batallas y las micro batallas. Ni más ni menos que la construcción de liderazgos.

Cuando pase el temblor del proceso electoral nacional, la política santafesina comenzará el lento y fino trabajo de redescubrir su lugar en el país. No será lo mismo para Perotti y Lifschitz que gane Macri o que gane Fernández. Pero ese será tema de los análisis por venir.

 

La Capital

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