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OPINIÓN

2 de junio de 2019

Quince días a todo o nada

Claves. Las últimas dos semanas de campaña en la provincia de Santa Fe deberán hacer aumentar las expectativas de la sociedad civil respecto del proceso electoral. Sobran encuestas, pero falta clima.

A la campaña santafesina le restan quince días. Pareció quedarle demasiado larga a los candidatos, que no logran enganchar a la sociedad civil, pese a que se juega tanto, y en tan poco tiempo.

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Los perfiles no han mutado. Omar Perotti trata de hacer la plancha y no responde los embates que parten desde el Frente Progresista. Antonio Bonfatti planea sobre su propuesta de gobierno, pero no ataca al candidato peronista como le piden muchos, adentro mismo del oficialismo. Y José Corral parece haber trazado una especie de alianza táctica con el peronismo: todos sus dardos son contra el progresismo, pese a que es su lugar iniciático.

Hay encuestas para todos los gustos en la previa, ninguna merece mayor atención por la composición de sus resultados. Algunos sondeos le dan ganador a Bonfatti y otros a Perotti, con porcentajes parecidos. Corral quedó rezagado, pero no se resignó a cambiar de estrategia respecto a las visitas nacionales. Pese a que Elisa Carrió cayó a pique en la consideración pública, el intendente de Santa Fe le volvió a abrir las puertas de par en par.

Esos ataques del radical al Frente Progresista sacó de las casillas a Miguel Lifschitz, quien hoy dice en una entrevista con LaCapital que el ex aliado "es un mal candidato y un mal intendente que va a perder por paliza la ciudad que gobierna". Curiosamente, el que ha tenido hasta acá la posición más critica en la campaña ha sido Lifschitz, quien tampoco trepidó en alinear al peronismo con un rejuntado entre "el peronismo conservador y el kirchnerismo".

Táctica y estrategia

Perotti recorre la provincia con un leit motiv ajustado y que le da buenos dividendos: "orden y paz". Esa es la aspiración de toda sociedad que se precie, pero le permite al rafaelino atacar el punto más débil de doce años de gobierno socialistas: la seguridad.

La campaña es aburridísima y parece no tener registro en el ciudadano común. Esa falta de carga adrenalínica en la sociedad civil respecto de las campañas parece haber llegado para quedarse. Un estudio que se realizó el día de las primarias, consignó que algo más del 30 por ciento de los votantes decidió su voto el 28 de abril casi adentro del ex cuarto oscuro.

Estos quince días que faltan para las elecciones deberían mover un poco el amperímetro, teniendo en cuenta que lo que se definen no son solo concejalías o bancas legislativas.

El 16 de junio se sabrá si el Frente Progresista sigue gobernando Rosario y la provincia, o si el peronismo vuelve a triunfar en la bota tras 12 años de éxodo. En el caso de Rosario, la última victoria peronista data de 1973.

Respecto a los candidatos a intendente, esta noche habrá una oportunidad para todos, en los canales abiertos y en horario de prime time. El debate por Rosario puede ser una variante para que los postulantes se saquen alguna diferencia, muestren algún deseo de confrontar. Hasta aquí, la más picante fue la candidata a concejala Susana Rueda, quien vinculó al peronismo con la miseria de las provincias del norte y los migrantes que llegan a la ciudad.

El sopor de la campaña ni siquiera es alterado por los cruces dialécticos. Para atacar al contrincante están los trolls, las fake news y los fakes que convierten a Internet en una cloaca política. Ideas, hay pocas.

La política nacional tampoco ayuda a la campaña santafesina. Curiosamente —o no tanto— los potenciales candidatos se hablan entre sí y no interactúan con la gente. El ejemplo más pulimentado viene desde el lado de Alternativa Federal, hoy convertido en un hormiguero zapateado.

Los federales querían llegar al poder atacando las falencias de kirchneristas y macristas y se traicionaron entre ellos. Ahora no se sabe a quién, o qué, representan. Penoso. Si Tony Blair tuviese registro de la "tercera vía" argentina se mataría de risa.

El estado actual de la política nacional va formateando un escenario que bien podría hacer equivalencia con esa canción de Cazuza, que alude a un museo repleto de novedades. El kirchnerismo tiene fórmula y le emite cantos de sirena a Sergio Massa para que le aporte su módico 10 por ciento de intención de voto. Ahora bien, ¿quién le dijo a los kirchneristas y a Massa que ese voto blando terminará jugando íntegramente con Alberto Fernández y Cristina?

El estallido de Alternativa Federal le permite volver a creer a Cambiemos. Así lo entendieron los radicales que, reunidos en la convención, decidieron mantener los pies adentro del plato macrista. Esa situación política, más cierta tranquilidad después de la paliza económica, le permitió a Macri salir un poco de su encierro y bosquejar un par de discursos con aura optimista.

Habrá que ver si el dueto Marcos Peña-Jaime Durán Barba rompe con su historia y su deseo de no contaminar la pureza de una fórmula cien por ciento macrista, o si la necesidad los lleva a abrir el binomio con un aspirante radical. Por lo pronto, Macri estuvo ensayando la posibilidad de que un peronista sea el compañero de fórmula: Juan Urtubey.

Hasta aquí, al menos en la teoría y en las mesas de arena, las cosas le están saliendo a Peña tal como las pensaba: el país va camino a una polarización extrema entre macristas y kirchneristas.

Salvo una aparición inesperada, Argentina luce condenada a mostrar su viejo álbum de fotos. Y nadie piensa en el día después. Ni en una foto nueva.

 

La Capital

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