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OPINIÓN

3 de febrero de 2019

Todos los escenarios están abiertos

La teoría de los tres tercios sobrevuela la política santafesina. La economía y la seguridad serán las claves para ganar o perder las elecciones.

A casi cuatro meses del cierre de listas nacionales y a poco más de tres meses de las Paso santafesinas, todos los escenarios están abiertos.

En el horizonte santafesino se dibuja un entramado de tres tercios. El Frente Progresista, el PJ y Cambiemos son candidatos, a priori, a llevar adelante comicios competitivos. El resultado final dependerá del estado de la seguridad y la economía. Cuanto peor le vaya al gobierno nacional en materia económica, mejor le irá al peronismo y al progresismo. Cuanto peor le vaya a la política de seguridad del Frente Progresista, mejor les irá al PJ y al macrismo.

Como nunca antes desde que Carlos Reutemann y Jorge Obeid ganaban elecciones al por mayor el PJ tiene chances de triunfar en la provincia de Santa Fe. Asoma una interna atractiva entre Omar Perotti, el kirchnerismo y María Eugenia Bielsa.

Resulta curioso, entonces, que Bielsa reclame una lista de unidad, cuando lo que más le conviene al peronismo en convocar a votar a las Paso. Podría salir triunfante de esa instancia, atento a que el Frente Progresista no tiene internas, y a la situación repleta de polémicas en el interior del macrismo.

La publicación, el jueves pasado en esta columna, de la posible ausencia de Roy López Molina en las elecciones a intendente de Rosario repercutió en todo el espinel político y llegó a la Nación. López Molina, el ganador de los últimos comicios, podría no competir si no interviene el gobierno de Mauricio Macri, atento a sus diferencias con Federico Angelini y Julián Galdeano, titulares del PRO y la UCR, respectivamente. Hoy, nadie sabe qué puede ocurrir.

Esa situación podría derivar en que los doscientos mil votos que cosechó López Molina vuelvan a estar en la piñata electoral, algo que podría beneficiar a otros postulantes. Es todo un dato político de fuste que el triunfador de los comicios de 2017 no participe del proceso electoral. Pero eso es en Rosario.

En la provincia resta saber cómo se compondrán las fórmulas. Hay un tironeo en el radicalismo, que aún no llegó a los medios, de carácter político y geográfico. El NEO, sector que tiene como referencias al vicegobernador Carlos Fascendini y al ministro de Seguridad Maximiliano Pullaro, pretende colocar como número dos a una referencia de ese vector. Al mismo tiempo, desde el sur, el senador Lisandro Enrico quiere picar la aceituna y convertirse en el candidato a vice de Antonio Bonfatti. En los próximos días se sabrá.

Perotti va camino a convertir a Alejandra Rodenas en su compañera de fórmula, aunque el rafaelino no dice esta boca es mía. Hay otros nombre en danza, con perfume de mujer, pero ya le dijo Armando Traferri al senador que recuerde su compromiso.

Y Bielsa debería convocar a un peronista para peronizar un poco su fórmula. Desde algún sector sindical arrancaron con la catilinaria contra la arquitecta por su no afiliación al peronismo, algo que sucedió ya en los meses previos a las elecciones de 2011, cuando ganó ampliamente la categoría a diputada provincial.

El otro interrogante que falta es saldar es el futuro político de Miguel Lifschitz. La lógica indica que sea candidato a diputado provincial y, desde allí, conduzca el proceso hacia una reforma constitucional. Va de suyo que Lifschitz querrá volver a ser gobernador en 2023. Para eso, necesita el triunfo de Bonfatti en junio próximo.

 

"Lavagna a la presidencia, Massa a la provincia de Buenos Aires y Urtubey a senador. ese es parte de un esquema que se analiza en el peronis

 

A la par, Lifschitz se convirtió rápidamente en el armador nacional no peronista de la candidatura presidencial de Roberto Lavagna, quien quiere tener la mesa servida y la bandeja preparada. El desbarajuste político de la oposición es llamativo.

Sin ninguna conformación ya definida, al margen del kirchnerismo, que gobernó el país doce años y se sabe qué hace y cómo piensa, el peronismo federal y el progresismo buscan un acuerdo pero sin ponerse a pensar en un programa de gobierno.

El frente anti macrista que pueda plasmarse llegará sobre la hora, sin proyecto de fondo. Sin embargo, pese a eso, una vertiente que se convierta en tercer espacio —de la mano de Lavagna— puede ganar las elecciones. A las otras referencias del peronismo federal (Sergio Massa, Juan Urtubey, por ejemplo) les cuesta mucho mover el amperímetro.

Lavagna ya tiene el apoyo de Lifschitz y espera una definición parecida de Juan Schiaretti. Tendría los avales de Santa Fe y Córdoba. La idea se completa con Massa compitiendo a gobernador por la provincia de Buenos Aires, y Urtubey postulante a senador por Salta. Ese es un esquema que podría competir con chances serias. Si no es así, todo quedará entre Macri y Cristina. La política no construye milagros.

Como se escribió aquí hace varias semanas, la puesta en escena de supuestas diferencias entre Macri y María Eugenia Vidal terminó sin desdoblamiento electoral. El presidente está muy mal en todas las provincias argentinas, pero, la que importa, es Buenos Aires (40 por ciento de los votos nacionales).

La única forma que tiene el jefe del Estado de no perder en el principal distrito es hacer campaña de la mano de Vidal. "La verdad sea dicha: estamos tan mal en el conurbano que lo mejor sería que Mauricio no aparezca ahí, que vaya solo María Eugenia", narró a LaCapital un diputado del PRO.

Enero le devolvió malas noticias al gobierno nacional en formato de encuestas. El ojo de la recesión impacta ahora de lleno en la sociedad y abre interrogantes sobre marzo, el mes clave de cara al futuro político y electoral.

En 2019 se define el poder aquí, allá y en todas partes. Los escenarios están abiertos de par en par.

 

La Capital

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