MELBOURNE.- Llegó antes que todos sus compañeros a esta ciudad. Una semana atrás había ganado con PSG la Copa de Francia, el segundo título de la temporada, una mala cosecha para el club más poderoso de su país. Ángel Di María (29 años) cambió el chip y se puso en modo selección, un espacio que siente propio y quiere defender.

El lunes entró sonriendo al campo de entrenamiento de Melbourne City, mientras charlaba con el capitán. Habían pasado apenas dos días de una nueva derrota en una final (esta vez, con Juventus y contra Real Madrid, en la Champions League) y Gonzalo Higuaín (29) ya tenía otra vez el escudo de la AFA en su ropa, dispuesto a ejercitar su resiliencia.

Nada nuevo; supo que el inicio de otro ciclo pondría otra vez en duda su titularidad. Más si entre los competidores hay uno con un estilo que se ajusta al molde de arquero sampaoliano: técnico, bueno con los pies para iniciar el juego sin poner en riesgo la posesión con un pelotazo, Nahuel Guzmán. Pero Chiquito Romero (30) resiste lo que le pongan delante: se necesita tener la cabeza firme para ser quien más ocupó el arco de la selección argentina en toda su historia.

Impresionó a Sampaoli en su primera práctica: su capacidad para dar bien el primer pase, una consigna central de lo que el entrenador pretende del mediocentro del equipo, lo hizo subir en la escala de meritocracia. Lucas Biglia (31) sabe que ése también puede ser un lugar al que aspirar para seguir en el equipo.

Di María, Higuaín, Romero y Biglia son la resistencia. Los que enlazan a Lionel Messi, el futbolista sin tiempo, con el resto. Para los tres primeros, lo que viene es el asalto final hacia su tercer mundial: estuvieron con Maradona en Sudáfrica 2010 y con Sabella en Brasil 2014. Biglia -campeón juvenil con Messi en Holanda 2005- llegó más tarde y contabiliza sólo la estación Brasil, pero fijó su nombre en los equipos de Sabella, Martino y Bauza.

La nómina de convcados para estos amistosos ante Brasil y Singapur les dio la certeza de que realmente algo empezaba a cambiar. Ahora sus puestos dejaron de tener grabados sus apellidos. Di María puede ser Marcos Acuña y también Nicolás Tagliafico: Sampaoli lo imagina como un externo capaz de ir y venir de costa a costa, aunque también lo cuenta para el juego interior si fuera necesario. Esa capacidad de mezclar con Messi y Dybala le da un plus. A Higuaín le nació otro 9 top, Mauro Icardi, una debilidad del entrenador. El capitán de Inter llegó en desventaja a Australia porque se recupera de una distensión muscular, pero los goleadores del campeonato italiano competirán. Será palo y palo. Pipita sumó bonus con su deseo de venir a la gira a pesar del estrés que provoca una final de Champions League. "Y llegó contento, con ganas desde el primer día", describen en su entorno. Romero es el que más sabe de estar en duda: su escasa actividad en los clubes siempre lo colocó bajo el radar de la sospecha en la selección, del que él siempre salió con buenos rendimientos. Terminó la temporada siendo titular y campeón con Manchester United en la Europa League: jugó 18 partidos entre todas las competiciones con su club. Para Biglia, en apariencia menos del gusto de Sampaoli, la oportunidad de estar ya pagó con lo que más le gustó al DT en estos primeros días de trabajo: le demostró que resuelve rápido y bien en la zona central de la cancha.

Los cuatro formaron parte del equipo que dispuso el técnico en la práctica de ayer, una aproximación del que podría enfrentarse con Brasil pasado mañana. Ya saben que no hay zona de confort, un estímulo que activó el deseo de seguir perteneciendo. Por más que los nuevos empujen con ganas y fuerza de cambio, la vieja guardia se niega a rendirse. Con el partido de las eliminatorias del 31 de agosto, ante Uruguay, marcado con rojo en el calendario, la lucha por los casilleros está abierta. Los históricos, se palpa, no se irán solos.

FUENTE: LA NACION