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ACTUALIDAD

6 de noviembre de 2020

Conectividad, una infraestructura decisiva para la bioeconomía

El acceso a Internet en las zonas rurales es esencial para el desarrollo productivo y económico. Qué pasa en la Argentina y en el resto de América Latina.

Promover la conectividad es una condición indispensable y prioritaria para permitir el desenvolvimiento del conjunto de la vida productiva, social y comunitaria. A pesar de ello no estamos bien, para tomar dimensión es muy oportuno leer el trabajo que esta semana publicó el IICA titulado: “Conectividad Rural en América Latina y el Caribe – Un puente al desarrollo sostenible en tiempos de pandemia”. Sus datos basados en unos pocos países que tienen datos (Argentina no los tiene), se estima el resto, muestran la diferencia entre lo rural y lo urbano.

Hay 77 millones de pobladores rurales de 24 países de América Latina y el Caribe que no acceden a una conectividad con estándares de calidad mínimos. Mientras el 71% de la población urbana cuenta con servicios de conectividad significativa, en poblaciones rurales, el porcentaje baja a 36,8%, una brecha de 34 puntos. No solo es importante tener conectividad, sino que la misma tenga una calidad suficiente como para poder prestar todos los servicios.

Es importante destacar que el cambio tecnológico en el ámbito rural ya ha contribuido a aumentar los niveles de productividad de los cultivos en las regiones más rezagadas , por lo que la conectividad tiene un gran potencial para contribuir a la transparencia de precios en la cadena; facilitar la inclusión de mujeres y jóvenes a los procesos productivos. El avance de la conectividad podría contrarrestar el circulo vicioso que hoy genera inseguridad, pobreza y emigración.

Brasil, Chile y Colombia figuran entre lo países de la región con mayor conectividad en el campo.

Brasil, Chile y Colombia figuran entre lo países de la región con mayor conectividad en el campo.

En el trabajo se separa la conectividad significativa rural en tres clústeres con alto, medio y bajo nivel. Argentina está en el nivel medio junto a México, Uruguay, Ecuador y Paraguay, unos 40 millones de personas donde entre 64% y 71% de la población rural no accede a servicios de conectividad con los estándares mínimos de calidad. En el clúster de nivel alto están Brasil, Chile, Costa Rica, Bahamas, Barbados, Panamá y Colombia. Son 43 millones de personas, entre 53% y 62% que no accede a servicios de conectividad significativa.

A nivel mundial América Latina y Caribe tienen un nivel intermedio, mejor que Africa semejante a Asia Pacífico, pero con una moderada tasa de crecimiento que generará retrasos en la medida que esto no se modifique, en momentos que el mundo atraviesa una transformación impulsada por una revolución tecnológica sin precedentes modificando radicalmente todas las actividades que con ellas se realizan. Si se considera la calidad del servicio, el rezago es aún mayor. Según la Cepal (2018), los dos países mejor ubicados en materia de conectividad (Chile y Uruguay), tienen tan solo el 15% de sus conexiones con velocidades mayores a los 15 Mbps (megabits por segundo).

El informe de la CAF (2020) señala que para llegar a los niveles de digitalización de la OCDE al 2025, se requerirían en la región 160.000 millones de dólares, un 60% más que la inversión actualmente estimada. Poder cerrar para 2030 la brecha de digitalización con la OCDE, tendría un impacto en la productividad que posibilitaría crecer por encima del 3% anual.

A nivel mundial, se estima que un aumento del 1% en la penetración de la banda ancha fija produce un incremento del PBI del 0,08%, mientras que un aumento igual la penetración de la banda ancha móvil produce un incremento del 0,15% del PIB, el doble. En productividad laboral un aumento del índice de digitalización del 1% produce un incremento del 0,26% y de la productividad total de los factores del 0,23%.

No solo en la actividad rural es importante, también es esencial para los niños en edad escolar, donde frente al covid la suspensión escolar resulta inviable la educación para 32 millones de niños y niñas de entre 5 y 12 años que vive en hogares sin conectividad a Internet. Sin comunidades formadas no habrá desarrollo basado en agregado de valor es decir conocimiento, la esencia diferencial de la bioeconomía.

Cerrar las brechas digitales entre personas y entre territorios rurales y urbanos son una prioridad para el diseño de políticas, ya que mejores servicios digitales y de conectividad no solo generan calidad de vida reteniendo población, sino también retornos económicos, con más eficientes procesos productivos y servicios públicos y privados, potencian el empleo, mejoran la productividad y la calidad de los productos y servicios, promueven una educación inclusiva y ampliando las posibilidades de conocimiento y de participación en la cultura global, que son factores clave para lograr el desarrollo sostenible de los sistemas agrícola y alimentarios de la región.

Muchas de las tecnologías que debemos incorporar en un contexto de la bioeconomía, la "vaca viva", se relaciona con las Tics, la inteligencia artificial, internet de las cosas, trazabilidad, blockchain todos basados en datos y comunicación interactiva requiere no solo disponibilidad de conectividad sino que esta sea de muy alta calidad. Es un desafío que nos pone a prueba, su resolución marcará si estamos a la altura de las circunstancias.

Fuente:Clarin

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